Lionel Messi
Foto Archivo

¿Puede haber algo de épica en un jugador que le convierte por trigésima vez en 39 partidos al mismo rival? Es la rutina de Lionel Messi, que está fuera del alcance de cualquier futbolista promedio.

Por repetida, la proeza no resigna significado ni deja de impactar, nunca pasa como un suceso más. Basta con reparar en las circunstancias de la última estocada de Lionel Messi al Atlético de Madrid para revalorizar su gesta.

Fue en un partido durísimo, como los que suele plantear el equipo de Diego Simeone, aunque al final haya tenido que agachar la cabeza ante el verdugo recurrente. Una lluvia pertinaz cayó durante los 90 minutos en el Wanda Metropolitano.

El arquero Ter Stegen había sido vital para sostener a Barcelona en los momentos de mayor asedio del Atlético. Quedaban cuatro minutos de un encuentro que en su fragor había consumido pulmones y desgastado piernas.

Se iba a un 0-0, salvo algún error grosero o una aparición fulgurante. De esto último se encargó Messi, con la lucidez y la frescura que ya parecían agotadas.

Messi inventa, pero también se repite sin que lo puedan contrarrestar. Como si dijera “hasta que no aprendan a evitarlo les voy a seguir haciendo el mismo gol”.

No solo le pasa al Atlético, también a muchos otros adversarios. Arranca con la pelota en la posición de número 7/8, se empieza a cerrar, busca la pared -muchas veces con Suárez, como en esta ocasión- para ir a buscar la devolución en el balcón del área y ajustar el zurdazo abierto contra un poste. Un golazo, una y cien veces.

Simeone, resignado, aceptó: “Un golazo. Cuando el partido se parte, él aprovecha los espacios que deja el rival. Cuando hay espacios, es un jugador determinante”.

Simeone no encuentra antídoto contra Messi

El Cholo, que en más de una ocasión dio a conocer su preferencia por Cristiano Ronaldo por delante de Messi, no encuentra el antídoto contra su compatriota: lleva 11 derrotas y cinco empates frente a Barcelona, aunque es cierto que una de esas igualdades fue muy dulce porque le sirvió para ser campeón en la última fecha de la Liga 2014.

Messi lo festejó con la explosión de júbilo que justificaba el momento. El 1-0 cotizaba en el primer puesto de la Liga de España, compartida con Real Madrid, ambos con un encuentro menos que el resto porque adeudan el clásico que los enfrentará el 18 de este mes en el Camp Nou. Fue su primer gol en el nuevo Wanda Metropolitano, estadio N° 38 de la Liga que es testigo de su eficacia. Ningún otro futbolista llegó a tanto.

Con el cabello recortado y la barba menos tupida, este Messi de aspecto más juvenil demuestra su vigencia a los 32 años de edad, justo en el domingo que se cumplían 10 años de su primer Balón de Oro, en 2009, y un día antes de que este lunes pueda recibir el sexto de su carrera, en la ceremonia que France Football organizará en París.

Las especulaciones y trascendidos apuntan que la esfera dorada, tras la votación de representantes de medios de diferentes países, irá a las manos de Messi, que rompería la paridad de cinco balones que comparte con Cristiano Ronaldo.

En las redes sociales se viralizó una imagen de la que sería la supuesta lista con los diez primeros puestos tras contabilizar los sufragios. Primero aparece Messi, con 446 puntos, seguido por Virgil Van Dijk (382), Mohamed Salah (179) y Cristiano Ronaldo (133).

Los podios de los años en que obtuvo el Balón de Oro

2009: 1) Messi. 2) Cristiano Ronaldo. 3) Xavi.

2010: 1) Messi. 2) Andrés Iniesta. 3) Xavi.

2011: 1) Messi. 2) Cristiano Ronalo Xavi. 3) Xavi.

2012:1) Messi. 2) Cristiano Ronaldo. 3) Iniesta.

2015: 1) Messi. 2) Cristiano Ronaldo. 3) Neymar.

El N° 10 obtuvo por primera vez hace un par de meses el premio The Best que concede la FIFA tras consultar a capitanes, directores técnicos, medios de prensa y el público. En esa elección, el rosarino relegó al zaguero de Liverpool Van Dijk, campeón de la Champions League con Liverpool, que en los sondeos aparecía como el gran candidato.

La temporada de Messi había sido muy buena en lo personal, al conquistar una vez más el Botín de Oro (máximo anotador de las ligas europeas) y ser el goleador de la Champions League, pero también algo insatisfactoria en lo colectivo por una nueva y dura frustración en Europa con la eliminación en semifinales contra el Liverpool.

De obtener el Balón de Oro, Messi se reencontrará con el trofeo luego de cuatro años. El último fue en 2015, año del triplete (Liga, Champions y Copa del Rey) con el tridente que integró con Suárez y Neymar, una delantera destinada a marcar una larga época de no ser por el capricho del brasileño de irse a París Saint Germain, decisión de la que al poco tiempo se arrepintió.

A partir de 2016, Cristiano se quedó con dos balones gracias al tricampeonato de la Champions con Real Madrid y hace 12 meses, Luka Modric rompió la hegemonía Messi-Cristiano al combinar la última Champions con Zidane y el muy buen Mundial con Croacia.

Messi acaparó cuatro balones de oro consecutivos, entre 2009 y 2012. Quizá el que generó más debate fue el que le otorgaron en 2010, en un podio que compartió con Xavi e Iniesta, que a los títulos que habían ganado con Barcelona le habían añadido la Copa del Mundo con España en Suráfrica.

Y además eran dos futbolistas muy representativos de un estilo de juego que cautivó a todos. Pero contra el brillo y la majestuosidad de Messi es muy difícil competir.

Con una votación ya cerrada antes del golazo decisivo en el Wanda, Messi pareció darles la razón a todos los que eligen como el mejor, él no los defrauda. “Leo corre con el radar abierto”, fue la explicación que encontró el técnico Ernesto Valverde para describir el contraataque dirigió y resolvió.

Ivan Rakitic dijo que el gol que Leo repite -traslado desde la derecha al centro y remate al palo abierto- oficialmente y en público, también lo ven asiduamente en las entrenamientos. “Es impresionante la tranquilidad que tiene en los últimos 15, 20 metros”, expresó el croata.

Hace unos años solía ponerse nervioso en las ceremonias de premiación, pero este lunes tendrá la oportunidad de demostrar que también domina el escenario de la celebridad.


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