llama olímpica Francia
Foto Archivo

Con la llegada de la llama olímpica a Marsella el miércoles se abre en Francia un período de fuerte seguridad en un clima de alta tensión. El recorrido culminará con la ceremonia de apertura el 26 de julio en París y que durará hasta el final de los Juegos.

«Del 8 de mayo al 10 de septiembre, no hay vuelta atrás«, resume a la AFP un alto cargo del ministerio del Interior. Allí las reuniones sobre los Juegos Olímpicos son prácticamente diarias.

La primera etapa de este «desafío de seguridad nunca antes visto» es la llegada a Francia de la llama olímpica a bordo del velero Belem a Marsella. Su llegada se hará con un gran dispositivo con 6.000 miembros de las fuerzas del orden movilizadas.

Sumando a los policías municipales y otros agentes de seguridad, nunca en la historia de la segunda ciudad de Francia hubo tanta seguridad desplegada, según el alcalde Benoît Payan.

La llama olímpica emprenderá entonces un largo camino de 12.000 kilómetros que le llevará por más de 400 localidades de Francia. La ruta incluye sus territorios de ultramar, antes de llegar el 26 de julio a París en la ceremonia de apertura.

A lo largo de su recorrido, una burbuja formada por 115 policías y gendarmes protegerán constantemente la llama, a los que se les añadirá un centenar de fuerzas móviles.

El objetivo es evitar el fiasco ocurrido en 2008, durante el paso de la llama por París antes de los Juegos de Pekín. El evento se interrumpió tras incidentes con manifestantes que denunciaban la política de China en el Tíbet.

La élite de la Gendarmería atenta

En caso de ataque terrorista, es el GIGN, la unidad de élite de la Gendarmería, la que debe intervenir. Sus miembros estarán en todo momento a proximidad de la llama, explicó recientemente el ministro del Interior Gérald Darmanin.

También habrá desplegado un dispositivo antidrones con el objetivo de mantener a distancia cualquier aparato volador susceptible de usarse con fines terroristas o perturbadores, según una instrucción consultada por la AFP.

Los Juegos Olímpicos (26 de julio-11 de agosto) y los Paralímpicos (28 de agosto-8 de septiembre) tendrán lugar en un contexto de alto riesgo terrorista. Se cuenta con el plan antiterrorista Vigipirate ya en su nivel máximo desde el pasado 24 de marzo y el atentado del Crocus City Hall en Moscú, reivindicado por el grupo yihadista Estado Islámico (EI).

La ventaja es que «preparamos los Juegos en un estado de máxima seguridad, el contexto no es una sorpresa», indica otro alto cargo del ministerio del Interior.

Incluso si en este momento no hay ninguna amenaza particular sobre los Juegos, como repiten las autoridades, la amenaza es muy alta, explicaba recientemente una fuente en seguridad. El «contexto internacional no ayuda a rebajarlo, al contrario», añadía citando las guerras en Ucrania y Gaza.

La amenaza endógena o interior sigue siendo la principal, como lo demuestran los últimos atentados cometidos en Arras en octubre de 2023 o al pie de la torre Eiffel en diciembre. Las visitas domiciliarias o registros administrativos son cada vez más numerosos y seguirán «aumentando en intensidad» hasta los Juegos, añade este alto cargo del ministerio.

Primer punto de atención de los servicios antiterroristas a lo largo del período de los Juegos Olímpicos: «El flujo masivo de visitantes, entre los que podrían encontrarse personas malintencionadas», añade la fuente en seguridad.

Otro riesgo, el de la manipulación e injerencias informativas, con el que se busque «asestar golpes a la reputación dando más importancia a los microincidentes».

 «Un Tour de Francia a 4 km/h»

El último ejemplo fue el de las estrellas de David que aparecieron en París tras la guerra entre Israel y el Hamás. Esto provocó una profunda conmoción, antes de que una investigación las atribuyera a los servicios secretos rusos.

En lo que se refiere a protestas sociales, las autoridades esperan manifestaciones de grupos ecologistas o de ultraizquierda. Estos verían una «oportunidad mediática», en especial durante el relevo de la llama.

Visto el trazado «hay tantos sitios como protestas posibles», asegura el alto cargo del ministerio.

No obstante, esta fuente se muestra optimista: «El relevo de la llama es como asegurar un Tour de Francia pero a 4 km/h». A esta velocidad, es posible «anticipar» o «rodear» una posible acción de protesta. Dado el nivel de protección desplegado alrededor de la llama, «para apagarla hará falta echarle verdaderas ganas».

 


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