Foto: Marca

Recuperarse del shock que implica el deseo de Lionel Messi de marcharse de Barcelona demandará varias jornadas a los blaugranas. El club se vio arrasado como por un maremoto con la demanda del crack rosarino, y también la ciudad quedó tambaleante y aturdida frente al sacudón. Los ojos del planeta fútbol se concentran ahora en Cataluña, en el Camp Nou, en las oficinas del presidente José María Bartomeu, en la Ciudad Deportiva Joan Gampert, en la exclusiva y residencial zona de Castelldefels –donde habita la familia Messi–. Todos son posibles escenarios para la resolución de un conflicto que amenaza con múltiples capítulos diarios.

El simpatizante no concibe un Barcelona sin Messi y lo hizo saber apenas se conoció la noticia de que el capitán comunicó que no quiere permanecer en el club. Así como en la noche del martes algunos salieron a exponer el enojo contra quienes manejan la entidad catalana, el miércoles varios grupos de aficionados se congregaron en los alrededores del estadio para protestar por la gestión de los dirigentes y cruzaron las vallas, saltándose los controles de seguridad, al grito de «Bartomeu, dimisión». El acto de los indignados, que ingresaron por la puerta 14 del Camp Nou cuando un camión salía de las instalaciones, provocó la intervención de los Mossos d’Esquadra, que desalojaron a los manifestantes. El cántico «Messi, quédate» fue un himno que expuso el descontento que impera entre los hinchas por el manejo de la crisis que lleva adelante la directiva y una muestra de incondicional apoyo al futbolista que les devolvió la alegría y acumuló trofeos en las vitrinas de la institución.

El crack retomará los entrenamientos el lunes, la primera jornada de trabajo bajo el mando de Ronald Koeman. Un día antes deberá asistir a la Ciudad Deportiva para realizarse los tests PCR de coronavirus. La presencia de Messi será una señal para no agitar más el conflicto, un movimiento para no abrir flancos legales en la disputa. La apertura de expedientes disciplinarios o la aplicación de sanciones, luego de que solicitara la baja de modo unilateral, es una situación que el futbolista, de 33 años de edad, prefiere evitar.

El silencio de Messi se replica en el presidente Bartomeu, que el miércoles participó en la firma del contrato de Francisco Trincão; el portugués fue fichado en enero, pero recién ahora se suma al plantel, procedente de Sporting, de Lisboa. En la presentación, Trincão pidió la continuidad del astro y el secretario técnico Ramón Planes ofreció los primeros pensamientos acerca de la posición de Barcelona frente a la solicitud de Messi.

«Koeman, el presidente y yo pensamos en Leo Messi para el futuro del Barcelona. Construir otro ciclo ganador al lado del mejor jugador del mundo y de la historia», dijo, aunque sus palabras sonaron más a deseo que realidad posible. Un punto que dejó claro Planes fue el de la postura intransigente del club de no liberar sin costo a la estrella: «No contemplamos ninguna salida a nivel contractual. Queremos que se quede. Se debe tener un gran respeto hacia él, es el mejor del mundo y de la historia. El futuro es positivo; hay que hablar con optimismo. Es un matrimonio que ha dado mucho, muchas alegrías, y hay que luchar para que siga adelante», aseveró el directivo. En una situación incómoda, el secretario técnico expresó que no deseaba ventilar las negociaciones ni las charlas que pudiera haber entre las partes.

La novela de Messi anticipa varios capítulos y cada acto del jugador será analizado como una señal en favor o en contra de su salida. Mientras, el departamento legal de Barcelona intentará por todos los medios que si se produce finalmente la partida el club genere un ingreso de cientos de millones de euros y no sufrir un golpe económico que se agregaría a la frustración deportiva.

En el tablero que articula el neerlandés Koeman, la nueva pieza de valor es Antoine Griezmann. El entrenador estableció que el delantero dejará de desempeñarse como extremo, un pensamiento que desnuda la razón por las que el uruguayo Luis Suárez, el tercer goleador histórico de Barcelona, resultó uno de los primeros futbolistas en ser tachados para el futuro por el DT.

«Necesita jugar donde jugó toda su vida, donde mostró todas sus cualidades. Lo más importante para un entrenador es conocer a sus jugadores y sacar el máximo de ellos, y eso empieza por ponerlos en su posición», comentó Koeman. Así se despegó de sus antecesores Ernesto Valverde y Quique Setién, que acorralaban contra las bandas al francés. Incluso le dará un reconocimiento más al exatacante del Atlético de Madrid para que se sienta más a gusto: le permitirá recuperar el número 7 de la camiseta, tal como usaba en el equipo dirigido por Diego Simeone.

«Messi, quedate en casa. Barcelona te ama», ruega el cartel casero de este simpatizante al que se llevan los Mossos d´Esquadra. Crédito: DPA

Otro de los jugadores a los que el director técnico moverá de posición es su compatriota Frenkie de Jong, a quien condujo en la selección y al que no contempla como un clásico interior en un esquema 4-3-3. «Un día fui a ver a Barcelona y dije ‘nunca lo pondría ahí’. Cuando se invierte millones en un jugador hay que hacerlo jugar en su puesto, donde mostrará la eficiencia que se espera de él», contó el exdefensor.

En los escritorios, en los campos de juego y en el sentimiento del hincha aparece la figura de Messi, esa que se aleja de la pizarra de Koeman.

Días muy agitados para la entidad que es «més que un club». Crédito: DPA

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