Valencia y Atlético de Madrid iniciaron la Liga con un empate (1-1) en un partido intenso y de fuerzas niveladas en las que el equipo madrileño dominó la primera parte ante un Valencia que reaccionó en la segunda, aunque los minutos finales, tras los cambios, fueron nuevamente del conjunto de Diego Simeone.

El orden táctico de dos equipos que no querían correr más riesgos que los imprescindibles marcó el inicio del partido entre dos equipos bien plantados sobre el terreno de juego, con las ideas claras y perfectamente conocedores de las virtudes del rival.

De esta forma, las posesiones largas de balón por parte de ambos conjuntos caracterizaban el choque, pero ni valencianistas ni atléticos encontraran la forma de hacer daño al rival.

Se notaba que tanto Marcelino García Toral, técnico local, como Diego Simeone, el visitante, habían cuidado cada detalle para que no se les escapara el encuentro. El partido mantenía esa dinámica cuando a los 27 minutos un control de Griezmann creó un hueco en la defensa local que le permitió ceder a un Correa desmarcado, pero que no estaba en fuera de juego por la posición de Piccini. Solo ante la meta, no dio opción a Neto para detener su potente disparo. El gol puso el partido donde quería el Atlético y desconcertó ligeramente al Valencia.

El encuentro perdió ritmo ya que el equipo madrileño lo frenó, pero no intensidad, aunque el Valencia no fue capaz de hacer ocasiones y su rival sí que dispuso de alguna para marcar el segundo tanto. Fue en sendas jugadas de Costa, una que desvió Neto en un tiro cruzado y otra que acabó en falta de Garay sobre el atacante hispano-brasileño.

El Valencia salió con más mordiente tras el descanso y consiguió jugar cerca de la meta de Oblak, pero sin crear peligro ante un Atlético muy compacto, sobrio en las ayudas en la defensa, presionante y sin descartar la posibilidad de hacer un segundo gol que podría ser casi definitivo. La mejoría local servía para tener el balón y parecía insustancial, hasta que en el minuto 56 un centro de Wass, acompañado de un error de Godín, permitió que Rodrigo empatara el encuentro con un disparo inapelable.


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