Unos 100 aficionados llegaron temprano a la plaza Miranda de Los Dos Caminos, frente al centro comercial Millenium, donde estaba instalada, desde la noche anterior, una pantalla gigante para ver las incidencias de la final del Mundial sub-20 entre Inglaterra y la aguerrida selección Vinotinto.

Uno de los primeros en instalarse, con café con leche en mano, fue el alcalde Carlos Ocariz quien, junto a sus seguidores y con la camiseta de la selección, observó las jugadas con cara de sufrimiento. También andaba por allí Maickel Melamed, hombre que sabe de sufrimientos y alegrías en el deporte.

La escuadra inglesa se fue al frente, pero eso no inmutó a los asistentes quienes creían en la remontada, algo que había sucedido en partidos anteriores. “Vamos Venezuela, que sí se puede”, coreaba un grupo emocionado frente a la pantalla.

Llegó la hora del penal. Adalberto Peñaranda, que había tenido un partido irregular, colocó la bola a los 11 pasos de la portería. Muchos no querían ver. Otros ligaban con los dedos cruzados. El nativo de El Vigía lanzó su disparo por el centro y fue detenido por el cancerbero inglés. Allí el sueño se esfumó.

“Estos muchachos dieron un ejemplo en la cancha, así como muchos de nuestros jóvenes están dando la pelea en la calle por un país mejor. La familia Vinotinto debe estar feliz con lo realizado por estos muchachos”.

El futuro está allí. Con estos guerreros que lo dieron todo por otorgarle una alegría a un país bien maltrecho.


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