semifinales de Australia
Foto Archivo

Olvidados sus problemas en la pierna, el serbio Novak Djokovic pasó por encima del ruso Andrey Rublev para avanzar a sus décimas semifinales en el Abierto de Australia, donde la bielorrusa Aryna Sabalenka sigue sin ceder un set.

A solo dos partidos de los 22 Grand Slams de Rafael Nadal, el astro serbio de 35 años nunca falla en Australia una vez en semifinales: siempre que llega a esa fase, levanta el título.

Confiado en poder «continuar» con esta tradición, el viernes se enfrentará al estadounidense Tommy Paul, que nunca pasó de octavos en un Grand Slam. Mientras, en la otra semifinal, se enfrentarán el ruso Karen Khachanov y el griego Stefanos Tsitsipas, a priori la principal amenaza del «Djoker».

«Si juego de esta manera, tengo buenas opciones de pasar», reconoció «Nole».

Después de una primera semana renqueante y con dolor en su vendada pierna izquierda, Djokovic recuperó la plenitud esta semana para deshacerse del australiano Álex de Miñaur. Este miércoles se deshizo del ruso Andrey Rublev, número 6 del mundo, en apenas dos horas en ambos casos.

Intratable en el saque, con hasta 14 aces, Djokovic acosó a Rublev desde el resto, respondiendo a sus potentes servicios y arrastrándole a largos peloteos que al ruso le costaba horrores ganar.

En cambio, un serbio rejuvenecido, en ocasiones molesto por comentarios que le proferían desde la grada, llegaba a todos lados y se sacaba su repertorio de golpes inverosímiles.

Aunque batalló y en numerosas ocasiones consiguió conectar sus latigazos de derecha, cada vez más cargados de frustración, Rublev encajó un doble quiebre en los dos primeros sets, cerrados en poco más de 80 minutos.

«El marcador en los dos primeros sets no refleja la realidad de partido«, dijo Djokovic, que se bastó con un quiebre al principio del tercer set para mantener la ventaja hasta el final.

«Andrey es un gran oponente», pero «para resumir, en los tiros y los momentos importantes he encontrado mi mejor tenis», agregó.

El serbio también advirtió del peligro de Paul, un rival que «no tiene nada que perder» tras ganar a su joven compatriota Ben Shelton.

Sabalenka no pierde un set

Quien también se mostró hasta ahora inalcanzable es la bielorrusa Sabalenka (N. 5). La atleta, sin haber cedido un set en 2023, obtuvo el billete a sus primeras semifinales de Australia con victoria ante Donna Vekic (6-3, 6-2).

La contienda fue mucho más reñida de lo que indica el marcador. La bielorrusa, que había finiquitó sus partidos en menos de hora y media, necesitó casi dos horas para vencerla.

«Es siempre difícil jugar contra ella. Me esperaba que ella jugara como lo hizo y estaba preparada», dijo la bielorrusa de 24 años, que perdió cinco de sus seis encuentros previos.

Prueba de esta igualdad, pasó más de media hora hasta que, después de varias oportunidades de ambas partes, Sabalenka consiguió romper el saque de Vekic y avanzar 3-1 en el marcador.

La croata empató nuevamente a 3-3, antes de una racha de seis juegos consecutivos de Sabalenka. Esta última, aún con la ronda encaminada, tuvo que sudar hasta el final ante la combativa Vekic.

 El «sueño» de Linette

Después de tres semifinales de Grand Slam perdidas, Sabalenka siente que esta vez es distinta y sueña con una final bielorrusa con Victoria Azarenka. Esta se enfrenta en la otra semifinal con la kazaja Elena Rybakina.

«Perdí esas tres semifinales porque no estaba tranquila en la cancha. Ahora estoy un poco más tranquila», afirmó. «Si consigo mantener la concentración y la calma, puedo seguir adelante», dijo.

Pero enfrente tendrá a la sorprendente polaca Magda Linette, de 30 años, que ronda tras ronda fue derrotando a sembradas a priori superiores.

Su última víctima fue la exnúmero uno del mundo checa Karolina Pliskova, que perdió en dos sets (6-3, 7-5). En el partido acumuló hasta 36 errores no forzados, entre ellos dos dobles faltas en el quiebre definitivo.

«Estoy tan emocionada, me cuesta creerlo, pero esto continúa», declaró Linette. «Es un sueño hecho realidad», agregó la polaca, reconociendo que, durante mucho tiempo, creyó que su carrera estaba definida por «la derrota».


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