Kosovo Djokovic COI
Foto Archivo

El serbio Novak Djokovic, el tenista con más títulos de Grand Slam, llega a Wimbledon —que empieza el lunes— determinado a seguir rompiendo récords, pero el español Carlos Alcaraz, número uno del mundo, será un rival de gran altura tras su reciente triunfo en Queen’s, sobre hierba.

A sus 36 años, Djokovic suma 23 trofeos individuales de Grand Slam, superando a su eterno rival, Rafael Nadal, tras coronarse en junio en Roland Garros, donde el español no participó por una lesión que le tendrá de baja el resto de la temporada.

El serbio está determinado a seguir haciendo historia sobre el césped londinense, buscando además igualar el récord de ocho títulos del suizo Roger Federer, que se retiró en septiembre con 41 años.

Djokovic, que es además el tenista con más tiempo acumulado como número uno, aspira asimismo a ganar en el mismo año los cuatro torneos del Grand Slam, tras haberse coronado en el Abierto de Australia y sobre la tierra francesa.

Ningún hombre lo ha logrado desde Rod Laver en 1969. La alemana Steffi Graf lo consiguió en 1988, sumando además una medalla de oro olímpica en Seúl.

Con Djokovic «estás muerto»

«Voy a intentar volver a ganar Wimbledon. He ganado los cuatro últimos Wimbledon, me siento bien en la hierba», afirmó Djokovic, actual número dos mundial, tras imponerse en la final de París al noruego Casper Ruud.

Antes, en semifinales, Djokovic ganó a Alcaraz, que a sus 20 años sufrió calambres debido a la «tensión» y los «nervios» de jugar contra el implacabale serbio.

Djokovic «te deja sin piernas, luego te deja sin alma, después cava tu tumba y llega tu funeral y estás muerto», afirmó el extenista croata Goran Ivanisevic sobre la mentalidad del serbio, al que entrena desde 2019.

Alcaraz cayó en una superficie que domina, la tierra, pero solo dos semanas después logró la proeza de ganar en Queen’s, la tercera competición sobre hierba de su joven carrera, adonde había ido a «aprender» sobre pasto.

Esto le permitió recuperar el número uno que Djokovic le había arrebatado en París y aterrizar en Londres pisando fuerte.

«Ayuda mucho llegar a Wimbledon como número uno en la clasificación ATP», afirmó. Pero también reconoció que Djokovic, con quien solo podría encontrarse en la final, «es el principal favorito».

Las dificultades de Rybakina

En el cuadro femenino, la número uno, Iga Swiatek, buscará sumar el gran título sobre hierba a su último Abierto de Estados Unidos y sus tres Roland Garros (2020, 2022 y 2023).

Pero la polaca de 22 años nunca ha destacado en hierba y aunque el jueves se clasificó por primera vez para unas semifinales sobre esta superficie, en el torneo alemán de Bad Homburg, acabó retirándose tras pasar «una noche agitada con fiebre y quizás con una intoxicación alimenticia».

También la vigente campeona de Wimbledon y número 3, la kazaja Elena Rybakina, de 24 años, protagonizó una serie de recientes retiradas, primero en Roland Garros y después en el torneo inglés de Eastbourne por una «enfermedad viral».

Una semana antes cayó en segunda ronda en Berlín, mostrando problemas con el saque, pese a ser uno de sus puntos fuertes.

A partir de esta edición, Wimbledon, que impone un vestuario integralmente blanco a los jugadores, hará una excepción y autorizará que las tenistas lleven shorts oscuros para aliviar la ansiedad de tener que jugar si están menstruando.

Este año también vuelven sobre su hierba los jugadores rusos y bielorrusos. Tras su controvertida exclusión en 2022 debido a la invasión rusa de Ucrania, deberán firmar una declaración de neutralidad y no tener financiación estatal.

Alcaraz, que en 2021 cayó en segunda ronda y en 2022 fue eliminado en octavos, deberá superar grandes obstáculos antes de una potencial final con Djokovic: el alemán Alexander Zverev, el griego Stefanos Tsitsipas o el ruso Daniil Medvedev pueden cortarle el paso.

El serbio, que en 10 años no perdió un partido en la pista central del All England Club, podría enfrentarse en cuartos al australiano Nick Kyrgios, al que venció el año pasado en la final, pero que llega en baja forma.


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