Messi
Foto archivo

Si la desvinculación del secretario técnico Eric Abidal podía ser interpretada como una medida de Barcelona para complacer a Lionel Messi por los encontronazos que habían tenido, la puerta de salida que el club le acaba de abrir a Luis Suárez deja al rosarino sin el mejor aliado que tenía, dentro y fuera de la cancha. No es una baja que le cause indiferencia y añade un elemento de juicio a la decisión que tomará sobre su futuro.

Mientras las novedades y las declaraciones del presidente Josep Bartomeu y del entrenador Ronald Koeman se suceden a diario, el ambiente futbolístico está expectante por la palabra del 10, que no habla públicamente desde el 19 de julio, tras el final de la Liga de España. Desde entonces se encadenaron acontecimientos deportivos muy duros para Barcelona, que alimentaron los rumores sobre la continuidad de Messi, a 16 años de edad de su debut en la primera división.

El rosarino interrumpió sus vacaciones el último viernes para reunirse con Koeman. Del encuentro trascendió que le habría dicho al nuevo entrenador que se siente «más afuera que adentro de Barcelona». Koeman dio una versión más edulcorada; calificó el cónclave como positivo y le transmitió que cuenta con él para el nuevo proyecto, del que prescindirá, además de Suárez, de Arturo Vidal, Ivan Rakitic y Samuel Umtiti.

En declaraciones a Barca TV, el lunes 24 de agosto Koeman halagó al capitán: «Es un placer tener a un futbolista como Messi. Con su calidad encontrará el espacio en la evolución del equipo. Soy un entrenador al que le gusta la disciplina y la buena organización del juego». El plantel de Barcelona regresará a las prácticas el próximo lunes, mientras que el comienzo de la Liga está previsto para el sábado 12 de septiembre.

A Messi le resta un año de contrato y su cláusula de rescisión es de 700 millones de euros, pero a partir de enero podría negociar con otro club como agente libre. Sus próximos pasos tienen en vilo a Barcelona, que avanza con la depuración del plantel tras la catástrofe del 8-2 sufrido ante Bayern Munich.

Medios catalanes informaron que fue breve la charla telefónica en la que Koeman le comunicó a Suárez que no sería tenido en cuenta. El tercer goleador la historia del club -con 198, detrás de los 634 de Messi y los 232 de César Rodríguez- le habría dicho que estaba dispuesto a correrse si no entraba en los planes. Intuyendo que estaba en la cuerda floja, Suárez se había jugado el viernes una última carta por la continuidad al declarar en el diario El País que «no tendría problemas en ser suplente porque aún tenía mucho para aportar a Barcelona». También se mostraba molesto porque ninguna autoridad del club había hablado con él sobre las versiones que lo mostraban como uno de los apuntados.

A Suárez le quedaba un año de vínculo y, sin él, Barcelona se libera del segundo contrato más alto del plantel, en el mismo nivel que Antoine Griezmann, solo por debajo de lo que cobra Messi. Barcelona tiene una doble urgencia: rebajar la masa salarial del plantel más caro de Europa, con 392 millones por temporada, y hacer una renovación generacional. Suárez y Vidal tienen 33 años; Vidal, 32. Umtiti, con 26, había perdido el puesto con Lenglet y estuvo mucho tiempo inactivo por una lesión en una rodilla.

Koeman les solicitó a los dirigentes reforzarse con dos laterales, un mediocampista de corte defensivo y un centro-delantero. Para este último puesto vuelve a surgir el nombre de Lautaro Martínez, con quien hace meses se avanzó en negociaciones que luego se paralizaron. Con el exRacing rejuvenece al plantel y tiene apalabrado un contrato de entre 5 y 6 millones de euros por año, por debajo de los 15 que cobra Suárez. Messi estaba a favor de esa contratación, aunque seguramente lo imaginaba como una alternativa que crecería al lado de Suárez, no como alguien que debe llenar el vacío que dejará su amigo.


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