Boca volvió con un gris empate 1-1 contra Caracas , un débil adversario, por el Grupo H, el mismo en el que Libertad, dirigido por Ramón Díaz, se impuso en Colombia contra el DIM por 2 a 1.

Volvió a jugar la Copa Libertadores , una obsesión que tiene un trayecto demasiado extenso en la travesía del recuerdo exitoso: consiguió el último trofeo en 2007.

La última imagen de Boca en la Copa Libertadores había sido un canto a la emoción, más allá de haber perdido otra vez con River, en las semifinales de 2019. A diferencia de otras batallas, el público le rindió tributo al equipo xeneize, que exhibió bravura para superar al equipo millonario por 1 a 0.

Boca cayó de pie, detrás de la derrota por 2 a 0 en el Monumental. Los aplausos en la despedida oficiaron de caricia al alma para un equipo herido luego de tantas frustraciones frente al clásico de toda su vida.

Russo y Riquelme, nombres que desafían el tiempo

Detrás de escena, a un costado del campo de juego, hay dos nombres que blindan el entusiasmo xeneize. De ayer a hoy, Miguel Russo, el entrenador que logró ese trofeo y Román Riquelme, el ex jugador que marcó una época.

El veterano conductor regresó a la Ribera hace un par de meses, dispuesto a revivir esa página maravillosa. El ex número 10 se convirtió en vicepresidente, un dirigente con voz de mando en el liderazgo del fútbol desde un escritorio, desde un palco. Esos rostros desafían el tiempo. No parece que hayan pasado 13 años.

«Más que recordar la consagración en la Copa Libertadores, la quiero volver a vivir. Esa es la diferencia. La quiero volver a tener de la misma forma, de la misma manera», advirtió el DT, que transformó la esencia de un equipo acostumbrado a la solidez, al ataque en voz baja.Hoy, es una formación agresiva, que de vez en cuando se descuida en la última línea. Y pretende, además, que se recupere la mística copera que supo cobijar en un momento determinado.

Ganar la Libertadores no tiene definición

Y para ese trabajo el entrenador apunta que sus jugadores comprendan el privilegio de participar: «Ganar la Copa Libertadores no tiene un slogan ni una definición. Son cosas que, con el tiempo, les pondría un nombre distinto. Sería bello, lindo, hermoso. Es algo difícil, gracias a Dios me ha tocado ganarla. Le toca a muy pocos. Somos privilegiados».

Es todo un símbolo darle la prioridad a un torneo y jugar con suplentes. Lo mismo hará River hoy, en el choque contra Liga Deportiva Universitaria, en Quito.

Es que la Superliga está en la etapa final de su recorrido, por lo que xeneizes y millonarios dejaron sus mejores intérpretes en Buenos Aires. Hay un título por jugar.

Caracas salió del pozo en el último instante

Caracas, su adversario, está en la otra frontera del mundo de la élite sudamericana. Como todo equipo venezolano en el último tiempo, salió del pozo, creció y se estancó en la medianía. Caracas marcha segundo en la liga doméstica, a dos del líder Deportivo Lara, y tiene en su plantel al argentino Alexis Blanco, surgido de las divisiones juveniles de Independiente (2008/2009).

El resumen del partido

Carlos Zambrano hizo su presentación en la última línea, al lado de Carlos Izquierdoz, el capitán. No tuvo una buena tarea. Otra novedad, también en la defensa, fue el regreso como titular de Leonardo Jara, de última etapa como recambio en tiempos de Guillermo Barros Schelotto. Participó poco.

La superioridad xeneize quedó establecida en el marcador desde la pirueta de Wanchope Ábila, que con el botín zurdo abrió el marcador. Con ráfagas de Villa y el criterio de Obando, Boca tuvo el control, hasta que el tiro libre de Hernández, al ángulo, cambió la sintonía. Boca debió ganar con cierta comodidad, pero se quedó sin piernas ni ideas.

Tibio Reynoso, confundido Marcone. Volvió Boca a jugar la Libertadores, con un empate que lo deja incómodo, fuera de eje.


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