Foto: GDA La Nación

No fue casual. «Al Madrid se la hicimos más fácil nosotros«, resopló Lionel Messi con veneno en la mirada. Acababa de perder con Osasuna, en el Camp Nou y en el último minuto, para certificar que todo está de cabeza en Barcelona. El capitán culé no quería menoscabar el título de liga que Real se había asegurado de atropellada. En medio del tembladeral, es lo que menos le importaba. El mensaje era para adentro. Estaba furioso y no le interesó disimularlo. Les apuntó a sus compañeros, un malestar que hasta ahora no había revelado: «No esperábamos terminar la temporada así, pero marca lo que fue todo el año, un equipo muy irregular, al que le ganan por intensidad y por ganas».

En cambio, no sorprendió cuando volvió a cargar contra los dirigentes y el técnico Quique Setién: «Roma, Liverpool…, la gente ya está perdiendo la paciencia. Yo ya dije que si seguíamos así, no podíamos pelear la Champions, y ni pudimos con la Liga. Si queremos pelear por la Champions vamos a tener que cambiar. Si no, vamos a perder contra el Napoli».

Temblaron los cimientos del Camp Nou. Después de jugar todos los minutos del décimo partido en 33 días, furioso, decepcionado, Messi buscó culpables. «Perdimos muchos puntos que no deberíamos haber cedido y tenemos que hacer autocrítica, empezando por los jugadores, pero también global. Nos crean muy fácil y nos hacen gol. Somos el Barcelona y estamos obligados a ganar todos los encuentros«, descargó. Harto, agotado. Ni su gol de tiro libre festejó, el empate parcial, porque reconoció que estaba frustrado por intentarlo tantas veces sin suerte en los últimos partidos. Nada de alivio, un ademán de bronca le despertó su gol 701.

«El equipo deja mucho que desear en muchos partidos», insistió, sin abandonar su obsesión. Messi convirtió o asistió en 24 de los últimos 31 tantos de su equipo: 10 propios y 14 cesiones. Ayer les gritó a todos en la cara que se siente solo.

Un dato insignificante por estas horas para Messi: este domingo, en su visita a Alavés, en el cierre de la liga, Messi buscará convertirse por séptima vez -un registro sin antecedentes- en el pichichi,el goleador de la temporada en España

Cruje Barcelona por todos lados. No es nuevo, se le ven las costuras. Ya en mayo, en una entrevista en el diario catalán Sport, Messi arrinconó a Setién: «Con lo que tenemos, no nos alcanza». Y eso que por entonces, en pleno parate, los catalanes lideraban el certamen. La victoria sobre Real Sociedad en el Camp Nou y el traspié de Real Madrid en la visita a Betis, el 7 de marzo en la 27ª fecha de la Liga, la última que se disputó antes del corte por la pandemia de coronavirus, les había permitido a los blaugranas tomar el mando. Pero Messi intuía el descalabro.

El técnico Quique Setién, fuera de foco, y el presidente Bartomeu… Aunque Messi no los nombró, fueron dos figuras muy cuestionados en la encendida crítica del capitán

1.000 versiones surcan aires enrarecidos: el vestuario roto, Antoine Griezmann desplazado, el cuerpo técnico desautorizado, los enojos con el ayudante de campo Eder Sarabia, los cruces con el secretario técnico Eric Abidal y el disgusto con la administración del presidente Josep Maria Bartomeu. En las últimas semanas, Messi directamente interrumpió las negociaciones por la renovación de su contrato, que vencerá en junio de 2021. Una relación que no soporta más parches. El jueves, el capitán rosarino nunca detuvo sus quejas: «Lo malo es que hemos dejado una imagen muy mala para lo que viene. Jugando de esta manera no vamos a llegar a ningún lado. Este partido contra Osasuna acaba de resumir cómo ha sido nuestra temporada«.

Cortocircuito: aún sin mencionar a Setién, Messi se mostró muy crítico con el funcionamiento del equipo

Messi llevaba cuatro partidos sin convertir, desde el 2-2 con Atlético de Madrid de Simeone. La fecha en la que Real Madrid se le empezó a escapar. «En la primera parte nos superaron. Dejamos al rival venir y recién reaccionamos en la segunda parte. Parece que hace falta que nos hagan un gol para reaccionar», y volvió a cargar culpas. El tanto, el número 54 su carrera de tiro libre, fue el 23 en esta liga. Está a solo un encuentro de terminar como pichichi por séptima temporada, otro registro sin antecedentes. Su único adversario a la vista es el francés Karim Benzema, que lo persigue tres gritos por detrás. Barcelona cerrará el certamen en su visita a Alavés, y el flamante campeón también jugará afuera, contra Leganés. Ambos, el próximo domingo. Pero a Messi nada de eso le importa por estas horas.

Sin respuestas: la derrota como local contra Osasuna marcó el final del sueño de la Liga para Barcelona Fuente: AFP

Cataluña está embrujada, todo ha salido mal. Desde que se reanudó la Liga el 13 de junio, Barcelona jugó 10 partidos y cosechó 21 puntos. Comenzó el sprint pos pandemia dos peldaños arriba de Real Madrid, y a una jornada de la despedida, lo mira siete debajo. Pero Messi señaló el mes de enero como el comienzo del derrumbe. Y es verdad.

Los datos: en 9 encuentros de la Liga hasta la interrupción, había rescatado 19 de 27 puntos. Había perdido el clásico con Real Madrid. Quedó eliminado de la Copa del Rey ante Athletic Bilbao. Había perdido en las semifinales de la Supercopa española con Atlético de Madrid. Empató 1-1 con Napoli en el estadio San Paolo… una serie que permanece abierta y todavía puede agitar más el oleaje cuando la Champions League se defina en Lisboa, en agosto. «Así, el partido del Nápoles lo vamos a perder», afirmó.


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