Declaración Jenni Hermoso
Foto Archivo

El juez de la Audiencia Nacional Francisco de Jorge aplazó al próximo 2 de enero la declaración de la jugadora Jenni Hermoso en el marco de la investigación al expresidente de la Federación Española de Fútbol Luis Rubiales. La investigación se centra en el beso que le dio tras la final del Mundial en Sídney (Australia) sin su consentimiento.

La internacional debía comparecer el próximo martes en la Audiencia Nacional, si bien la defensa de Rubiales y del director de marketing de la RFEF, Rubén Rivera —también investigado—, solicitaron cambiar la declaración de Jenni Hermoso por problemas de agenda.

De esta forma, el magistrado emplaza a la futbolista el próximo 2 de enero y acuerda también la declaración como testigo el 1 de diciembre de su compañera de selección Laia Codina. Esta se aplazó la semana pasada por problemas técnicos.

La comparecencia de Jenni Hermoso es una diligencia clave en la causa en la que se investiga a Rubiales. Al exejecutivo se le investiga por delitos de agresión sexual y coacciones, y a otros tres miembros de su equipo. Todavía no se pudo practicar hasta ahora, fundamentalmente por problemas de agenda, ya que la futbolista juega en el Pachuca de México.

Aunque todavía no dio su versión ante el juez, sí que lo hizo ante la Fiscalía, que acabó presentando una querella contra Rubiales.

En aquella declaración, prestada el 5 de septiembre, apenas unos días después de la final del Mundial, Jenni Hermoso denunció formalmente ante la Fiscalía. Señaló que el beso no fue consentido y añadió además que ella y su entorno se sintieron presionados por Rubiales.

Tras recabar la versión de la internacional, la Fiscalía se querelló contra Rubiales en la Audiencia Nacional y el juez abrió una causa contra él. También están investigados por coacciones el exseleccionador Jorge Vilda, el director de la selección masculina, Albert Luque, y el director de marketing de la RFEF, Rubén Rivera.

Los cuatro negaron presionar a la jugadora o a su entorno más cercano y el propio Rubiales sigue manteniendo que el beso estaba consentido.


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