Clásico
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Los grandes contextos no están hechos para todos y si no vas preparado a las grandes citas se cae todo el castillo de naipes. Caso particular el de Ernesto Valverde, a quien el clásico desnudó las carencias de un equipo que viene en horas bajas.

Después de la preocupante demostración del equipo catalán en el propio Camp Nou muchos se alarmaron por lo observado en los blaugranas.

Sin fútbol, sin presión, sin movimientos, es decir, sin su filosofía; aquella de la que tanto presumieron en Barcelona y de la que tanto se enorgullece su afición. Pero, ¿es algo que sorprenda a estas alturas del partido? No necesariamente.

Basta revisar el andar de los blaugranas desde el inicio de la temporada, no solo el clásico. El diagnóstico serio no es cónsono con la abundancia de figuras que engalanan ese vestuario.

Esto no es Cruyffismo

Las críticas a Valverde no son nuevas. Es un ingenuo quien lo crea así. Que los duelos previos contra equipos de menos carácter mediático no hayan influido en el análisis de los grandes medios españoles no cierra que la oncena catalana solo dependa del resultadismo para dar flote a un barco con averías.

Desde hace tiempo son muchos los detractores a las formas y no a la persona. A los manejos y no tanto al nombre. Allí radica el debate.

La crítica, con razón, es a todo esa fábula que se ha querido vender desde el alto mando culé, que afirma orgullosamente que han seguido el camino del fundador de ese juego vistoso, Johan Cruyff, cuando la verdad es que lo visto en el campo es la antítesis desesperante.

El Cruyffismo no es solo tener la pelota en transiciones estériles de un lado al otro. Va más allá y es lo que un contexto como el clásico terminó de desnudar.

Sin duda Valverde tendrá que hacer mucho más si quiere cambiar la dinámica que hoy tiene ese vestuario, uno que al salir al campo no presiona como antes, no se mueve como antes y sufre contra cualquier rival que le plante el careo con intensidad.

Es momento de replanteamientos en Camp Barca. Si seguir por este camino, que parece más aliado de la suerte que de los méritos, y esperar que suceda nuevamente tragedias en Champions como la de Anfield contra Liverpool o lo de Roma.

Pese a esto, existen otras salida. Siempre las hay y estarán a la orden de una entidad que ya vivió por esto a principios de siglo.

La solución está en ceñirse del propio pasado culé, ese que tanto tiene las formulas para volver a competir sin que queden dudas de qué es el Barca: ¡Porque se puede ganar o perder, pero siempre importarán las formas!


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