Es poco lo que queda de aquel centro de Caracas bullicioso y dinámico. Comercios cerrados y otros con escasos clientes es una imagen que se repite en cada una de las calles. Las personas salen de los establecimientos con las manos vacías cuando antes era el lugar preferido para encontrar precios más accesibles.

“Da tristeza venir para el centro”, afirmó Maglenis González. Recordó que antes en esa zona de la capital los comercios estaban atestados de personas y llenos de mercancía. “En esos tiempo uno podía comprar una que otra cosita, pero ahora no te puedes comprar nada”, dijo cuando salía de una tienda de zapatos.

La encargada, que trabaja desde hace más de cinco años en el comercio, señaló que casi no entran consumidores. “Ahora en el centro de Caracas las calles están solas y hay comercios vacíos”, indicó.

La poca afluencia de clientes ha tenido su impacto: una fuerte caída en las ventas. La encargada apuntó que solo venden entre 3 y 4 productos al día, en un horario comprendido entre las 9:00 am y las 6:00 pm. Hace un año vendían más de 10 productos diarios. “Cinco años atrás vendíamos tanto que ni recuerdo”, sostuvo.

Antes las tiendas del centro de Caracas estaban abiertas incluso antes del Día de los Reyes Magos porque los comerciantes sabían que las personas iban a comprar, relató Andreína Pérez, una mujer que vende cigarros y cafés desde hace 10 años en el mismo punto entre las esquinas Madrices e Ibarra, donde una decena de comercios permanecían cerrados.

“Esta zona era muchísimo más alegre y había más gente, pero ahora las personas andan como apagadas porque se dan cuenta de que con el sueldo que ganan no pueden comprar los productos que tienen los comercios”, contó una mujer que se acercó al puesto de Pérez. La vendedora informal respondió que ella trabaja solo para adquirir alimentos. “Si uno necesita un par de zapatos no se lo puede comprar porque todo se va en la comida”, dijo.

El viernes pasado llegó mercancía con precios nuevos a la tienda de zapatos. Un par para damas aumentó de 990.000 bolívares a 1,4 millones de bolívares, mientras que un modelo para caballeros pasó de 1,5 millones a 1,8 millones de bolívares.

En una tienda de artículos de cocina, ubicada en la misma cuadra, algunas personas se alarmaban después de revisar los precios en un lector de códigos. “Más nunca queremos volver porque todo está muy caro”, expresaron dos consumidoras.

Gloria Fernández necesitaba comprar una bandeja pequeña para hornear porque se dañó la que tenía, pero después de ver que costaba 520.000 bolívares decidió devolverla. “Me frustra que todo esté tan costoso”, aseguró.

Un trabajador definió la actividad comercial de esa tienda como “muerta”. Se ha dado cuenta de que las personas que entran solo miran, ven los precios y después se retiran. “La gente no compra a pesar de que tenemos precios más económicos”, dijo.

De acuerdo con el empleado, antes las ventas eran muy buenas y despachaban mercancía hasta una vez por semana, pero ahora ni una. Detalló que la última vez que recibieron productos fue hace un mes.

En una tienda de lentes ubicada también entre las esquinas Madrices e Ibarra son pocos los consumidores que entran por los elevados precios. “La gente que ingresa se impacta y sale corriendo”, dijo la vendedora. Precisó que hay días en los que apenas reciben a una sola persona y ni siquiera compra. La semana pasada les llegó mercancía nueva: una montura con precio nuevo cuesta 1,8 millones de bolívares.

Daniel Mejías, quien se desempeña como vigilante, miraba los productos que se exhibían en la vitrina de la óptica. Ha ido de tienda en tienda con la esperanza de encontrar una montura con un precio accesible. “Pero igual debo endeudarme con la caja de ahorros porque no me alcanza con el dinero que gano”, lamentó.


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