Cotorra Margariteña
Ceremonia de entrega del premio | Foto Twitter

Para José Manuel Briceño conservar especies como la cotorra margariteña (Amazona barbadensis) es la mejor manera de proteger al ser humano. Cada día, el biólogo y ambientalista de 50 años de edad, recientemente galardonado con el Premio National Geographic/Buffett 2023, se convence a sí mismo de que él no quiere dejar solo un granito de arena a las generaciones futuras, no. Quiere dejar todo un costal. Pide humildad para poder cumplir su misión en la vida: que las personas aprendan a vivir, convivir y respetar a la naturaleza. Por eso se enfoca cada vez más en que el mundo deje de pensar que la naturaleza está al servicio de la especie humana.

El premio, otorgado el 31 de mayo, reconoció su amplia labor en los últimos 20 años en el Programa de Conservación de la Cotorra Margariteña en la Península de Macanao (PCCM), Isla de Margarita. El caraqueño asegura que en la isla, a la que llegó en 2002, logró formar dos familias. La primera, la que conforman su esposa Rayma Rivas y sus dos hijos, Ethan y Mathías de 14 y 12 años, respectivamente. La segunda, la familia en la que se formó como profesional, la ONG Provita, en la que se desempeña como subdirector general.

José Manuel Briceño Cotorra
Briceño decidió hacer carrera en Provita | Foto Archivo

José Manuel Briceño llegó a la península de Macanao y a la organización recién graduado de la carrera de Biología, mención Ecología, en la Universidad Central de Venezuela (UCV). En su juventud quiso estudiar Acústica, una carrera que no se impartía en Venezuela y que es semejante a la Ingeniería de sonido. Sus opciones estaban entre Poesía o Biología, dos pasiones completamente opuestas. Cuando ingresó en la Facultad de Ciencias de la UCV, se decidió.

No podía pensar en otra cosa que no fuera la Biología. Le apasionaba mucho su carrera pero eso no impidió que pasara sus ratos libres con los estudiantes de Letras y Antropología. Desde joven, Briceño fue bastante sociable, tanto que incluso ahora se define a sí mismo como “muy amiguero”. “Tengo los amigos de siempre y en la península conozco mucha gente, tengo amigos pescadores y más de 10 ahijados”, cuenta.

José Manuel Briceño Cotorra
Foto Archivo

Cuando llegó al estado Nueva Esparta su primer reto como profesional fue reactivar los trabajos de campo del Programa de Conservación de la Cotorra Margariteña. Para ese entonces, el programa tenía más de 10 años funcionando. Comenzó en 1989 como la tesis de grado del biólogo Franklin Rojas, uno de los fundadores de la ONG. Sin embargo, en el año 2000 un accidente detuvo los trabajos en el bosque seco: falleció uno de los miembros del equipo. “A mí me tocó reactivar los trabajos de campo y restablecer la consciencia de la gente. Mi trabajo se ha basado mucho en el capital humano para mantener y establecer las relaciones”, explicó Briceño.

Al hablar de la cotorra margariteña, el biólogo explica que la especie es fundamental para el ecosistema en el que vive. Con su cabeza amarilla y su plumaje verde, a la especie la decretaron ave regional del estado Nueva Esparta en 1990.

La cotorra margariteña | Foto Archivo

Carismática y bandera

La cotorra margariteña pertenece a la especie Amazona barbadensisy. Y aunque hay varios loros que forman parte de este género, ella es la única de ese grupo adaptada para vivir en el bosque seco. “Es una especie paraguas, un concepto que utilizamos en conservación. Quiere decir que son especies que viven en grandes áreas. Si tú la conservas no solo estás conservando a la cotorra sino que estás conservando a otras especies, el bosque o plantas que están en peligro”, explicó Briceño.

Las personas pueden ver este tipo de aves en los estados Falcón, Lara, Anzoátegui y Sucre, también hay poblaciones en Bonaire y en Curazao. Se podría decir que es una especie caribeña, comentó Briceño.  Además de su presencia en Macanao, la cotorra es una especie carismática que los expertos en Provita utilizan como bandera. “Usamos a la cotorra como una especie de embajadora con la que podemos proteger otras especies como el venado. Es una herramienta para conservar tanto la diversidad como las tradiciones y la cultura del estado Nueva Esparta”.

Esta ave es la única en su género que puede vivir en el bosque seco, reiteró el biólogo. Esa capacidad de adaptación a un sitio tan hostil es la que la convierte en una especie con un rol activo y muy importante dentro del ecosistema. También es una especie indicadora con la que se puede hacer una hematología completa para saber cómo está el ecosistema. “Si cuentas cuántas cotorras hay puedes tener una media de cómo está la salud del ecosistema. También es una especie bandera, son carismáticas, logran sensibilizar al público. Es una de las más carismáticas de la zona. Nos permitió tener el reconocimiento del National Geographic y poder hablar por medio de esta ventana de su importancia tanto en Margarita como en Venezuela”, añadió.

José Manuel Briceño recibió el premio otorgado por National Geograpich | Foto Twitter

Tanto en la naturaleza como en la cultura, la especie tiene un papel activo para los residentes de Macanao. A finales de octubre, los residentes realizan el Festival de la Cotorra Margariteña. Es una fiesta del folklore local que incluye poesía, teatro y danza. “Niños de las escuelas hacen presentaciones, es una expresión popular sobre la cotorra y otras especies con dramatizaciones. La gente se divierte y les das un mensaje sobre la conservación. Forma parte de las fiestas populares en la península de Macanao”.

La labor de Provita

El premio de National Geographic para José Manuel Briceño fue un reconocimiento no solo para él y su trabajo sino también para todo el equipo que lo acompaña en Provita. Desde la ONG se esfuerzan cada día por preservar a la cotorra margariteña que está amenazada y en riesgo de extinción por dos razones principales: la caza indiscriminada y la venta ilegal. Es por ello que en el PCCM trabajan desde tres áreas.

La primera de ellas es el  incremento de cotorras. Este es el trabajo de campo y el objetivo es aumentar la población con personas que cuiden a los pichones. Esta sería su respuesta a lo que es la cacería furtiva. “Tenemos un grupo de Ecoguardianes que son jóvenes de la población de Macanao, estudiantes de Biología que son una especie de guardabosques. Durante 6 meses, guiados por expertos y técnicos, hacen un trabajo de campo para cuidar a los pichones que están en los nidos y los ayudan a aprender a volar. La cotorra pone de 1 a 5 huevos en cadenas secundarias, es decir, en huecos de árboles en el Palo Sano o la Corteza Arbórea y secundariamente en el guayacán y en el quebrajacho”, explicó.

José Manuel Briceño Cotorra
Foto Archivo

Después de eso, tarda aproximadamente 26 días en implosionar y cuando salen los pichones tardan de 58 a 60 días en aprender a volar. Estos grupos de Ecoguardianes con sus guías evitan que los cazadores los roben para la venta ilegal o se las lleven de mascotas.

La segunda etapa del programa es la restauración ecológica, en la que hacen intervenciones que aceleren la recuperación de las áreas afectadas por las acciones de los seres humanos. Esta área tiene varios componentes, explicó Briceño. Una de ellas es la planta de los árboles. “Hemos logrado sembrar más de mil árboles. Eso implica un gran trabajo desde plantar la semilla, cuidar el arbolito e instruir a la gente sobre cómo hacerlo. Tuvimos que hacer investigaciones para establecer cuáles eran los mejores métodos de plantado, establecimos protocolos de restauración y promovimos tesis de investigación al respecto”, señaló.

José Manuel Briceño Cotorra
La cotorra es parte del patrimonio cultural de Margarita | Foto Archivo

La tercera corresponde a la educación y cambio de comportamiento o divulgación. En Provita siempre se trabaja en pro de lograrlo. Llevan a los maestros ambientalistas a las escuelas, dan talleres de capacitación y tienen actividades culturales, como el festival de la cotorra, para sembrar más conciencia en la población.

Más allá de la cotorra

Aunque el PCCM es uno de los programas centrales de Provita, José Manuel Briceño explicó que la organización tiene otras actividades importantes. Actualmente esperan concretar un convenio con alguna universidad para profesionalizar a los estudiantes de Biología. También se contemplan otras especies dentro de sus programas de conservación como el guayacán; y tienen un proyecto piloto de cámaras trampa para obtener información de pequeños mamíferos como el venado, el mapurite, el cunaguaro y el conejo.

José Manuel Briceño Cotorra
Briceño ha dedicado su vida al bosque seco y a la cotorra | Foto Archivo

“También tenemos un proyecto piloto con el que buscamos disminuir el tráfico de aves en Venezuela y lo estamos haciendo con el cardelanito y la cotorra”, añadió. Se trata, dijo,  de usar el marketing social para evitar su tráfico y dar campañas que lleguen a toda la población. La participación de la gente es importante. En Provita se logró, además, obtener 700 hectáreas de tierra que se manejan para la protección de las especies.

Briceño considera que cada vez hay mayor conciencia sobre la conservación: “Todos al final lo están entendiendo, eso es sumatorio”.  En su opinión, cada quien desde su espacio ayudará a la causa de tener un mundo mejor, lo que incluye a Venezuela. “La gente ama lo que conoce, lo protege, cada uno debe ocuparse por conocer más sobre la diversidad y áreas protegidas”. Afortunadamente, agregó, hay una nueva generación de biólogos formándose. A pesar de las dificultades del país, las universidades siguen formando personas capacitadas y con calidad humana que se sumarán a la causa.

Cotorra Margariteña
La biología terminó siendo un sacerdocio para Briceño | Foto Instagram

National Geographic

Los premios National Geographic/Buffett Awards for Leadership in Conservation se establecieron en asociación con la Fundación Howard G. Buffett. El galardón busca reconocer y celebrar a los héroes anónimos de la conservación. Cada año se entregan dos premios: uno por logros en África y otro por logros en América Latina. Tras hacerse con el galardón latinoamericano, a José Manuel Briceño todavía le cuesta definir lo que significa para él este reconocimiento. Está contento porque es también un premio a su familia.

El biólogo cuenta que sus hijos han recorrido el bosque seco desde que estaban en el vientre de su madre. Aprendieron a montar bicicleta, caminaron y han sido voluntarios en esa zona desde que tienen uso de razón. “Mi familia me ha apoyado muchísimo, muchas veces he estado en el campo y los niños estaban allí conmigo haciendo su tarea. Mis amigos y toda la gente de la península, la gente del bosque, el premio es para ellos también”.

Seguirá trabajando a pesar de los retos de ser un biólogo ambientalista apasionado por la conservación en Venezuela. Señaló que normalmente la gente piensa que los biólogos son enciclopedias que se saben de memoria todos los nombres científicos. O piensan que solo pueden ser botánicos o zoólogos. “Yo soy un biólogo de conservación del ambiente y los retos son increíbles. Vivimos en un país que es prácticamente extractivista (explotación de grandes volúmenes de recursos naturales), dependemos de la extracción del petróleo. Eso nos convirtió en un país mono productor. Ese extractivismo nos llevó a la minería, el arco minero por ejemplo. Eso para nosotros es difícil de procesar”, comentó.

Parte de la ceremonia del National Geographic | Foto Twitter

El principal reto es, entonces, hacerle entender a la sociedad que ser biólogo es el estudio de los sistemas vivientes. “No se tiene que ser Charles Darwin para entender que se debe vivir en armonía con la naturaleza”, zanjó. Por eso, a partir del reconocimiento de National Geographic quiere hablar de las cosas positivas que se están haciendo tanto en Margarita como en Venezuela. Seguir sembrando conciencia y salvando especies que pasan, en ocasiones, desapercibidas a pesar de su importancia para el ecosistema.

“Nosotros los científicos no somos los mejores comunicando, no se trata de figurar con el ego pero sí es importante. Estos premios, como el de National Geographic,  nos ayudan a divulgar y multiplicar el mensaje. Todos tenemos la responsabilidad de cuidar lo que nos rodea. Y en Venezuela, a pesar de todas las dificultades, somos resilientes, superamos los obstáculos y buscamos el éxito”.


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