Tres elementos conforman el camino que debemos recorrer para enrumbarnos de manera definitiva e irreversible a la recuperación del país; y sin importar cuantas veces lo enuncien los voceros más relevantes, siempre valdrá la pena repasarlos y exponerlos, pues el cerco mediático no es poca cosa y la determinación ciudadana que se requiere para alcanzar el objetivo, requiere no solo de coraje y de ganas, sino también de certeza.

Encontramos entonces al primer hito del camino, la primera demanda, que es el cese de la usurpación, donde la clave de todo es tener presente y entender que la razón esencial de la crisis institucional venezolana es que el 20 de mayo de 2018 no hubo elecciones presidenciales libres, transparentes y apegadas a la Constitución, por lo que mal puede desprenderse de dicho acto inconstitucional y violatorio de la voluntad popular, una presidencia legítima. No es casualidad entonces que el mundo haya reaccionado como la ha hecho en términos de velocidad y firmeza en rechazo a la usurpación y en respaldo a la Asamblea Nacional y a la Presidencia encargada, pues desde la misma convocatoria y elección de la mal llamada Asamblea Nacional Constituyente que luego se erigió en convocante de los comicios presidenciales írritos, esa misma comunidad internacional ha rechazado y desconocido toda la cadena de eventos que condujeron al 10 de Enero de 2019, donde se concretó la usurpación; y es allí donde el librito impone el rumbo, que no es otro que el emprender el camino que conduzca a un proceso electoral que legitime a quien ejerza la Presidencia de la República. 

El cese en la usurpación de las funciones del Poder Ejecutivo por quien no fue electo de forma legítima, se convierte entonces en el requisito necesario para avanzar a la siguiente coordenada, que es la instalación de un Gobierno de Transición que se ocupe de la necesaria y urgente reinstitucionalización del país, lo cual pasa por varios meridianos, pero principalmente por aquellos permitan que nos aproximemos a la meta que es la celebración de elecciones libres, creíbles y con transparencia. Es así como desde ese gobierno transicional deberá promoverse e impulsarse a través de la Asamblea Nacional, principalmente la renovación del Poder Electoral, para dar paso a una gestión transparente, independiente y confiable que permite al ciudadano recobrar la fe en su poder de elegir. Esto pasa igualmente por el necesario rescate de la institucionalidad del Tribunal Supremo de Justicia con la incorporación de aquellos Magistrados que fueron electos de forma legítima y la desincorporación de aquellos otros que fueron electos entre gallos y medianoche en Diciembre de 2015.  En fin, todo aquello que conduzca a la meta estará en manos de esa transición que solo será posible tan pronto cese la usurpación.

Y es así como aterrizamos en el tercer y último punto de la ruta, el que tanto ansiamos, que es el de las elecciones libres y transparentes, lo cual va mucho más allá de la necesaria designación de un cuerpo arbitral confiable, pues mucho más allá de Tibi y compañía, hay indicios lo suficientemente importantes para presumir que el daño al sistema es profundo y aspectos esenciales como por ejemplo el registro electoral, debe ser corregido y depurado para dotar al proceso de la confiabilidad que requieren tiempos como el actual. 

La calle lo confirmó, Venezuela en su inmensa y apabullante mayoría acompaña esta ruta en el más grande y poderoso ejercicio de ciudadanía que seguramente se haya visto hasta ahora en cualquier jurisdicción. La certeza y la determinación nos llevarán a la meta y en eso estamos. ¿Tú?


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