Jair Bolsonaro es todavía una gran incertidumbre. En un personaje que ha tenido una trayectoria pendular y controversial, se han puesto muchas expectativas, tanto positivas como negativas. En estos casos, solo el tiempo aclara las dudas. Mientras unos tienen legítimas preocupaciones sobre el gobierno de Bolsonaro por sus declaraciones de corte misógino, homofóbico y autoritario, otros han depositado en él una suerte de fe ciega solo por el discurso nacionalista e incendiario anti-“izquierda” y la presencia de Paulo Guedes como su asesor en materia económica, el cual ha sido relacionado con los “Chicago Boys” de Chile.

A nivel mundial, las organizaciones que defienden los derechos humanos y diversos intelectuales elevaron sus voces para mostrar su preocupación ante una posible presidencia de Jair Bolsonaro. Las razones más comunes fueron: la polémica postura de Bolsonaro sobre la pena de muerte, la reivindicación de la dictadura militar en Brasil y sus comentarios de tono racista, homófobico y misógino. Después del anuncio del triunfo de Bolsonaro, la policía antidisturbios tuvo que separar a sus partidarios de los de su rival Haddad. En medio del fanatismo, ambos grupos se enfrentaron en varias localidades de Brasil.

La candidatura de Bolsonaro debe ser entendida en los términos del marketing político: Bolsonaro pudo adaptar exitosamente el “America First” de Donald Trump a la problemática actual del Brasil. La campaña de Bolsonaro tuvo mucho en común con la de Trump y se enmarca en la reciente ola anti-izquierdista que está en auge a nivel regional. Bolsonaro como candidato pudo aprovechar muy bien su imagen de outsider, muy ventajosa en los tiempos de crisis de un sistema político nacional. Al igual que a Donald Trump, el straight talk le dio excelentes resultados. La base de la propaganda política de Bolsonaro consistió básicamente en capitalizar el descontento hacia la izquierda en Brasil y todo aquello que simbólicamente se relacionara con ella.

Bolsonaro, al igual que Trump, tuvo en las redes sociales una presencia más fuerte de lo habitual. En las redes sociales, las campañas radicales e incendiarias suelen tener más cabida que en los medios tradicionales de comunicación. Según Matthew Taylor de la American University, Bolsonaro se inspiró, en términos comunicaciones, en la estrategia de Trump. En campaña, Bolsonaro evitó el debate televisado y el contacto frontal con los medios hostiles a su propuesta de gobierno. Por el contrario, prefirió las sesiones vía Facebook, con periodistas independientes y/o que simpatizaran con sus ideas.

Al igual que Donald Trump, Jair Bolsonaro usó el fantasma del fraude electoral en las últimas semanas de su campaña. Cualquier resultado electoral que desconociera el triunfo de Bolsonaro se trataría de un fraude, a juicio del mismo candidato. Mientras los brasileños acudían a las urnas para ejercer su derecho al voto, Flavio Bolsonaro, quien se postula para el Senado, compartió un video en Twitter que mostraba una máquina de votación que había sido manipulada. Cuando el Tribunal Electoral de Brasil declaró que se trataba de una acusación falsa, el video de Flavio Bolsonaro ya se había hecho viral en redes sociales como Facebook, Twitter e Instagram; así como también en aplicaciones de mensajería instantánea como Whatsapp.

El prontuario militar y político de Bolsonaro revela detalles interesantes que se omitieron durante la campaña. En el pasado, Bolsonaro tuvo relaciones con los sectores comunistas de Brasil. En las décadas de los ochenta y los noventa, Bolsonaro tuvo la simpatía de los dos principales comunistas brasileños: el Partido Comunista Brasileño (PCB) y el PC do B (Partido Comunista de Brasil). Ya en septiembre del año 1986, cuando Bolsonaro había escrito un artículo en la revista “Veja” sobre los aumentos salariales, el CISA de Brasil emitió un documento confidencial sobre las actividades de ambos partidos en relación a Bolsonaro. De acuerdo al informe, los militantes comunistas de estos partidos recibieron la instrucción de explotar al máximo el descontento salarial de los militares, creado a partir de la entrevista del entonces capitán Bolsonaro. Por este motivo, Bolsonaro estuvo durante 15 días en prisión. La prueba se puede consultar en: https://www.gazetaonline.com.br/noticias/politica/2018/06/o-dia-em-que-bolsonaro-ajudou-os-comunistas-contra-o-exercito-1014135368.html 

Más adelante, en el año 1990, Jair Bolsonaro fue expulsado de las organizaciones militares de Brasil por sus planes conspirativos. Los servicios de inteligencia hicieron extensos informes sobre él. En particular, al alto mando le molestaba su insistencia en tocar el tema de los aumentos salariales. Las matrices de opinión que Bolsonaro difundía en el sector militar lograron desacreditar los canales oficiales de las Fuerzas Armadas y le permitieron hacer carrera política. La estrategia propagandística de descontento salarial le permitió ser concejal en Río (1988) y diputado federal (1900), en ambas ocasiones representando al Partido Demócrata Cristiana (PDC).

En el Archivo Nacional de Brasilia existen más de 50 documentos sobre el prontuario militar de Jair Bolsonaro. Aún más interesantes son, sin embargo, los registros de la CIE, el órgano de inteligencia del Ejército Brasileño. En el mes de julio de 1990, este órgano de inteligencia militar produjo un informe que detectó las conexiones de Bolsonaro con los partidos comunistas de Brasil. Las actividades de Bolsonaro sobre las tropas militares brasileñas tenían el visto bueno de este sector.

La postura de Bolsonaro, según los informes de la CIE, favorecía la infiltración comunista en las Fuerzas Armadas Brasileñas. Por esta razón, los partidos de esta tendencia le dieron total apoyo a Bolsonaro a finales de los ochenta y principios de los noventa. En términos tácticos, la dirigencia del Partido Comunista de Brasil y el Partido Comunista Brasileño consideró que Bolsonaro podía alimentar el descontento del sector militar y producir un alzamiento en contra del alto mando militar.

Este informe, que según los evaluadores tuvo un nivel de confiabilidad alto, circuló entre los principales órganos de inteligencia. Los movimientos de Bolsonaro incluso llegaron a despertar el interés del SNI (Servicio Nacional de Información en Brasil), el cual en el año 1990, que Bolsonaro, junto a oficiales de la reserva, organizaron un encuentro en el Club Militar de Río para presionar a las Fuerzas Armadas a reajustar los salarios. Por estas razones, Bolsonaro era percibido como una amenaza; hacía una intensa campaña política en el sector militar enviando panfletos y estimulando el descontento. Los principales blancos de la propaganda de Bolsonaro en los cuarteles fueron el ministro del Ejército y el presidente del Club Militar.

Durante varios años, Bolsonaro no dejó de ser investigado por los servicios de inteligencia en Brasil. Según documentos confidenciales del sector militar, la desconfianza de los militares continuó hasta, por lo menos, el año 1994. Los funcionarios de inteligencia afirmaron que Bolsonaro tenía varios agentes que difundían propaganda comunista y estimulaban la reivindicación salarial de la base militar.

En las actuales circunstancias, a muchos les parecerá difícil creer que estamos hablando del mismo Jair Messias Bolsonaro, el polémico líder de la “ultra-derecha latinoamericana” pero es así. De hecho, el 18 de diciembre del 2002, Bolsonaro hizo lobby para defender la propuesta del líder izquierdista Aldo Rebelo. Según Bolsonaro, las cosas habían cambiado; ahora los comunistas beben whisky, viven bien y van a la piscina. A su juicio, no era poco común que un representante de la derecha brasileña se manifestara a favor de un izquierdista. Este interesante hecho fue reseñado el día 19 de diciembre, por el periodista Fabio Zanini en la Folha de Sao Paulo.

Históricamente, se ha visto cierta ambigüedad en la posición de Bolsonaro. El polémico defensor de la pena de muerte, también tuvo alguna vez una opinión favorable de Hugo Chávez, aunque es cierto que este no mostró tempranamente todo su talante autocrático. El problema de esta ambigüedad es que se extiende a varios ámbitos, más allá del político-ideológico. En lo económico, Bolsonaro fue muy breve a la hora de hablar de su programa económico mientras estuvo en campaña presidencial. Según José Augusto de Castro, presidente de la Asociación de Comercio Exterior de Brasil, las reuniones con Bolsonaro fueron informales; casi coloquiales. A la hora de reunirse con los empresarios, el posible gabinete de Bolsonaro no se posicionaba ni a favor ni en contra en muchos puntos clave.

La mayoría de los votantes de Bolsonaro tuvo tres argumentos para votar por él: la seguridad, su rechazo al Partido de los Trabajadores -la izquierda brasileña-, y su plan económico. Sobre este último, es que ha existido la mayor incertidumbre. En líneas generales, su propuesta apuntaba a una mayor liberalización de la economía, la privatización de las empresas estatales, una disminución del tamaño del Estado en la economía y una reforma previsional en Brasil. Curiosamente, el Estado tuvo un rol predominante en la economía del período militar que tanto ha reivindicado Bolsonaro. Este tipo de incongruencias, muy legítimas, son las que le dan sustento a la incertidumbre de muchos analistas y empresarios.

La fuerte presencia de los militares en el gabinete de Bolsonaro, la compleja composición del Parlamento y la experiencia histórica han generado fuertes dudas en los economistas brasileños, quienes creen que el rango de maniobra de Bolsonaro es muy limitado. En Brasil, la experiencia histórica señala que el militarismo y el intervencionismo económico han ido de la mano. Al respecto, llama la atención que Bolsonaro fue moderando su discurso en los últimos días. Aunque algunos señalan que se hizo con el fin de reducir la brecha con el candidato a Haddad, lo cierto es que otros señalan que fue por presión militar. Bolsonaro ya anunció que las áreas estratégicas iban a quedar fuera del proceso de privatización. El tiempo dirá la verdad sobre el proceso de privatizaciones.

En realidad, no hay garantía de una total correspondencia entre Jair Bolsonaro y Paulo Guedes. Antes del triunfo definitivo de Bolsonaro en la segunda vuelta de Brasil, ya este tuvo sus diferencias con el economista liberal Paulo Guedes. En medio de la campaña, el ex-candidato Bolsonaro, ahora presidente de Brasil, declaró que únicamente permitiría la privatización de las actividades periféricas de Petrobas o de Eletrobas. Asimismo, Bolsonaro manifestó que veía con precaución la participación de extranjeros en el sector energético, y en algunos casos, incluso la descartó.

Aunque en campaña Bolsonaro se presentó a sí mismo como un outsider que iba en contra del establishment en Brasil, su historial en el Congreso durante más de 20 años demuestra que no simpatiza con el mercado libre y que no es necesariamente una figura anti-establishment. Durante su paso por el congreso, Bolsonaro opuso a la privatización de la industria de las telecomunicaciones, al fin monopolio estatal en el sector petrolero y a todos los esfuerzos de reforma del sistema de jubilaciones en Brasil. De hecho, en el mes de enero del año 2018, Bolsonaro se posicionó en contra de la reforma integral al sistema de pensiones que propuso la administración de Michael Temer. Entre sus razones, Bolsonaro expuso que: “No puedo mandar a la pobreza a los futuros jubilados (…) debido a la demanda del mercado financiero”. Ahora, en su campaña presidencial, es que se ha visto un giro en Bolsonaro.

Además, Bolsonaro tuvo una muy cuestionable posición en la huelga de camioneros que vivió Brasil en el año 2018. Esta huelga creó una crisis de suministro de alimentos en el país latinoamericano que enterró las esperanzas de crecimiento significativo para lo que quedaba de año. Durante la crisis, Bolsonaro cambió de opinión y postura muchísimas veces. En una oportunidad, cuando Temer amenazó con castigar a los camioneros que bloqueaban las carreteras en Brasil, Bolsonaro sugirió que, en caso de ser elegido presidente, les reembolsaría las multas. Esa posición de Bolsonaro no es precisamente la de alguien que defiende el Estado de Derecho y tampoco la de un defensor de los intereses del mercado.

De la propaganda política a la implementación de políticas públicas, existe un largo camino por recorrer, especialmente cuando se revive el pasado militarista en Brasil, que estuvo caracterizado por un fuerte intervencionismo económico. Aunque se espera que las privatizaciones ocurran en Brasil, por lo menos hasta cierto punto, es muy difícil determinar hasta dónde realmente se llevarán a cabo las propuestas de Bolsonaro. Más allá del marketing político, las propuestas de Bolsonaro en campaña fueron bastante breves, simples, vagas… y hasta contradictorias.

Durante la campaña, una de las principales propuestas de Bolsonaro fue el apoyo a una agenda económica proteccionista para la explotación del niobio en Brasil. El niobio es un metal muy resistente y Brasil posee una de las mayores reservas de este metal en todo el mundo. Según Bolsonaro, el control estatal de la explotación del metal aumentaría el precio del producto y podría ser un elemento central para resolver la crisis fiscal brasileña. Esta postura no es precisamente amigable con el mercado y también ha generado escepticismo.

Cabe destacar también que, unos días antes de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Brasil (2018), el sector industrial se reunió con Bolsonaro para pedirle mayor precisión en sus reformas. Aunque Bolsonaro llegó a retratarse con los empresarios que representan el 32% del Producto Interno Bruto de Brasil, lo cierto es que, en el fondo, muchos todavía tenían serias dudas y reservas sobre Bolsonaro. “Lo importante es que ha dicho que no quiere molestar”, dijo Fernando Figueiredo, presidente ejecutivo de la Asociación Brasileña de la Industria Química (ABIQUIM), a la vez que afirmó que Bolsonaro ni siquiera llevaba un papel en la mano para anotar sus demandas y sugerencias.

La Cámara Brasileña de la Industria de la Construcción y la Asociación Brasileña de la Industria Textil y de Confección también le presentaron a Bolsonaro sus intenciones de una apertura comercial en Brasil y pidieron beneficios para el sector construcción. El tema del petróleo del presal también se abordó, el cual es una demanda específica de la industria de máquinas. Los empresarios se fueron con las manos vacías: si Bolsonaro ganaba, estos podrían hablar con el economista liberal Paulo Guedes, quien sería Ministro de Economía.

Aunque el sector productivo brasileño mostró una clara preferencia hacia Bolsonaro, este no compartió la misma euferia de los mercados financieros y especulativos. Antonio Megale, presidente de la Asociación Nacional de los Fabricantes de Vehículos Automotores en Brasil, dijo que Bolsonaro buscaba más el apoyo de los mercados financieros que del sector productivo nacional. Por esta razón, algunos industriales todavía dudan de Bolsonaro y piden que defina mejor su programa económica, aprovechando que por fin ganó las elecciones.

En las distintas reuniones, el sector productivo nacional se marchó sin recibir garantías. En el mejor de los casos, solo recibieron algunas promesas vagas y aisladas. Es por ello que, los industriales intentaron, en reiteradas oportunidades, dialogar con el equipo de Bolsonaro y obtener propuestas claras. En particular, el sector productivo brasileño mostró su preocupación por las contradicciones de la campaña de Bolsonaro. Por ejemplo, mientras que el plan de Gobierno propuesto de Bolsonaro habla abiertamente de las privatizaciones en Brasil, el candidato había demostrado, en varias oportunidades, su recelo sobre vender empresas de sectores que considera estratégicos, como el de energía.

Mientras que en 2018 el presidente Michel Temer había visto con buenos ojos la privatización de Eletrobas, Bolsonaro se mostró reacio a la idea. En este caso, algunos analistas alegan que existen diversos instrumentos que le otorgarían una participación especial al Estado, que actuaría como regulador y fiscalizador, aún cuando el sistema de distribución y transporte de energía esté privatizado. Por los momentos, uno solo puede decir lo siguiente: solamente el tiempo dirá lo que pasará con Eletrobas.

A pesar de este escenario lleno de dudas e interrogantes, una luz al final del camino fue la esperanza de los empresarios: Bolsonaro escogió a Paulo Guedes, experto en materia económica como su posible Ministro de Economía. Guedes fue, en realidad, la raíz de la esperanza en la candidatura de Bolsonaro. Sin la presencia de Guedes, era muy poco probable que los mercados apoyaran a Bolsonaro. El chicago boy propone llevar a Brasil el sistema de jubilaciones que existe en Chile, que consiste en un régimen de capitalización o cotizaciones individuales, aún cuando Bolsonaro se opuso a las reformas de Temer a principios de 2018.

Al igual que las otras áreas, la política exterior de Bolsonaro todavía se está perfilando. En general, Bolsonaro expresó su desprecio a algunos organismos internacionales como las Naciones Unidas. A su juicio, estas instituciones están llenas de comunistas y Brasil debería retirarse de ellas. Sin embargo, Bolsonaro llegó a contradecirse en varias oportunidades. Por ejemplo, declaró que se retiraría del Acuerdo de París, pero luego cambió de opinión y dijo que Brasil permanecería en él. Se espera que, luego del 5 de enero, Bolsonaro presente con mayor claridad su línea de política exterior.

Por los momentos, se espera un acercamiento de Brasil hacia los Estados Unidos de América y los gobiernos más conservadores de la región: Colombia y Chile. En el año 2017, Jair Bolsonaro expresó su admiración por Donald Trump y afirmó que era un ejemplo para él. Bolsonaro también ha anunciado la idea de formar un bloque liberal en América Latina y su posible salida del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

La causa palestina podría ser abandonada por Brasil. Hace días, Bolsonaro prometió mover la Embajada de Brasil en Tel Aviv hasta Jerusalén, siguiendo la misma línea de Donald Trump el año pasado. Esto no es de extrañar, ya que durante su campaña Bolsonaro mantuvo un discurso pro-Israel y en las elecciones obtuvo el 77,27% de los votos en la Embajada de Brasil en Tel Aviv. Bolsonaro ha manifestado su intención de mantener relaciones cercanas y amistosas con Israel y los Estados Unidos de América. Recientemente, Jair Bolsonaro anunció que cerraría la oficina de representación palestina en Brasil.

En el caso de Cuba, Nicaragua y Venezuela, es posible que las relaciones diplomáticas no sean tan estrechas como antes. Bolsonaro se está alineando con el otro bloque de la región. Aunque por los momentos ha declarado que Brasil busca una salida diplomática y pacífica a la crisis venezolana, sus lazos con el grupo Rumbo Libertad han generado legítimas dudas en algunos sectores. En los próximos meses, es posible que se discuta la suspensión de Venezuela en el MERCOSUR, como mecanismo de presión diplomático.

En el Brasil de Bolsonaro, China es uno de los casos más complicados a la hora de perfilar su política exterior. Brasil es uno de los principales socios comerciales de China y ha recibido importantes inversiones del Gigante Asiático. En la actual guerra comercial entre Estados Unidos y China, algunos sectores de la economía de Brasil se han beneficiado. “No tendremos ningún problema con China, al contrario, nuestro comercio puede ampliarse”, dijo Bolsonaro. Aunque el electo presidente de Brasil asegura que las relaciones con China se mantendrán con normalidad, algunas declaraciones hostiles sugieren que la cooperación de ambos países, en matería estratégica y económica, podría verse reducida.

Todavía falta por definir la posición del Brasil de Bolsonaro en el bloque de países que conforman los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). La victoria de Bolsonaro ha hecho que muchos se pregunten: ¿Y qué es lo que sucederá con los BRICS? En vista de que algunas de las propuestas de Bolsonaro son prácticamente la antítesis de los postulados del bloque emergente, es probable que la agenda política común del grupo se vea amenazada. Actualmente, uno de los grandes dilemas de la política exterior de Brasil es el tema BRICS. Si bien algunos analistas pronostican una posible salida de Brasil de este bloque, hay que considerar que el bloque sobrevivió al triunfo de Narendra Modi en la India.

En tiempos de elecciones, la prioridad de los candidatos es ganar los comicios electorales, a través de los diversos recursos propagandísticos de los cuales disponen. Más allá de las expectativas de cada quien, solo el tiempo permitirá una valoración objetiva de las políticas públicas implementadas por Bolsonaro. En las actuales circunstancias, es muy cuesta arriba hacer un pronóstico de este gobierno, por más que se espere cierta liberalización de los mercados en Brasil. No ignoremos que, sus postulados para el Congreso son, en líneas generales, policías y militares retirados. Es muy probable que estos se opongan a cualquier esfuerzo por privatizar las pensiones públicas; sobre todo si los cambios propuestos afectan a sus antiguos colegas.

En conclusión, Brasil se encuentra ante un hombre que, además de admitir que no sabe nada de economía, no se ha caracterizado por sus firmes convicciones; todo lo contrario. Más que difícil, es ingenuo pensar que Bolsonaro cambiaría por completo sus creencias y convicciones solo porque Paulo Guedes es su principal asesor económico. A través de su larga trayectoria en los ámbitos político y militar, se puede evidenciar que Bolsonaro ha sido históricamente un hombre de posiciones muy volátiles y acomodaticias. En definitiva, los mercados tienen razones muy legítimas para sentir cierta incertidumbre ante el gobierno de Bolsonaro.

Nuestros mejores deseos para Brasil; esperamos que las reformas de Bolsonaro sean acertadas y permitan la recuperación económica de la potencia latinoamericana. Por lo menos tiene buenos asesores en materia económica y diplomática. Ojalá no se trate de una caja de pandora.

Autor: Vicente Quintero, Lic. en Estudios Liberales (Universidad Metropolitana de Caracas y Universidad Estatal Politécnica de San Petersburgo)

Blog: https://vicentequintero.wordpress.com/


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