Faltaba poco menos de dos años para que Jackie Robinson debutara en las Grandes Ligas, cuando pisó suelo venezolano como parte de aquel equipo de grandes peloteros afroamericanos que los promotores de la gira bautizaron American All-Stars, y que el pueblo beisbolero, con mayor precisión, denominó sucintamente “las Estrellas Negras”.

Robinson era parte de una selección de jugadores brillantes, que vinieron a Caracas y Maracaibo a ganarse el pan, literalmente. Las Ligas Negras estaban en su apogeo y el deporte de los diamantes empezaba a convertirse en nuestro pasatiempo nacional.

Leyendas a quienes la segregación racial impidió jugar en las Mayores veían en el Caribe una forma de completar sus ingresos. Muchos bigleaguers blancos debían trabajar en el invierno boreal, y lo hacían en granjas, tiendas, estaciones de gasolina, incluso en cementerios, y algunos se alistaban en la pelota de estas tierras. Pero como los salarios en las Ligas Negras eran más bajos que en la MLB, la necesidad era más grande y relación se estrechó.

El cubano Martín Dihigo, miembro del Salón de la Fama de Cooperstown, vino en los tiempos de la Primera División, antes de regresar como estratega para dirigir al Caracas. Josh Gibson, quizás el mejor de todos los tiempos, mostró en estos pequeños parques ese poder que llevó a compararlo con Babe Ruth. Cocaína García y Alejandro Oms cautivaron a la naciente fanaticada en aquellos tiempos de equipos semi profesionales, donde amateurs convivían con importados y con astros nativos que iban de la capital a Maracaibo o a Barquisimeto, según el contrato que pudieran negociar.

Fue esa visita del American All-Stars lo que amarró de manera definitiva unos lazos que hoy forman parte de la historia romántica del circuito local.

La gira duró del 24 de noviembre de 1945 al 4 de enero de 1946. Durante seis semanas, la afición asistió al estadio Cerveza Caracas y luego al Olímpico marabino, llenando las tribunas con emoción. Allí estaban Roy Campanella y Buck Leonard, que también tienen placas en Cooperstown.

Campanella, Leonard, Roy Welmaker, Sam Jethrow, Quincy Trouppe, Bill Anderson, Parnell Woods y Bill Jefferson se quedaron.

La fiebre desatada por los Héroes del 41, el resurgimiento del “purocriollismo”, la naciente rivalidad entre caraquistas y magallaneros, todo contribuía a la consolidación de un nuevo proyecto que nació legalmente durante la gira de las Estrellas Negras y cuya inauguración quedó fijada para ese 12 de enero: la LVBP. Y los empresarios del Venezuela, Vargas y Magallanes vieron en la nómina itinerante una mina para sus propios rosters.

Campanella fue uno de los grandes protagonistas de aquel campeonato inaugural y del siguiente. Don Newcombe y Verdel Mathis vendrían en 1947, y Newcombe brillaría con 10 victorias y 14 juegos completos, antes de conseguir la puerta abierta en la MLB.

Abelardo Raidi aseguró en su célebre Pantalla de los Jueves, que por más de medio siglo publicó en El Nacional, que Juan Rafael Regetti le ofreció un contrato a Robinson para ser parte del Vargas. No se quedó, sin embargo, y poco después firmó el histórico acuerdo con Branch Rickey que le permite al beisbol celebrar este 15 de abril, una vez más, la caída de la absurda barrera racial en las Grandes Ligas.

@IgnacioSerrano

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