Hay dos maneras de ver el cambio que esta semana pactaron los Leones y los Tigres. Una, enfocarse en el hecho de que hayan transcurrido más de cuatro meses desde el último out de la final y la apertura del mercado, hasta que por fin haya ocurrido un primer intercambio en la LVBP. La otra es la que nos ocupará en esta columna: ver qué resuelven y qué pierden ambos equipos con esta transacción.

Gerentes de los dos clubes han admitido ya lo obvio: para adquirir algo que se necesita es necesario entregar algo que se precia, recordando al mismo tiempo que todo movimiento de este tipo busca el beneficio de parte y parte.

Dicho lo evidente veamos algunos detalles detrás de este convenio por el cual Aragua adquirió a Leobaldo Piña y Caracas a Daniel Hurtado.

Las dos gerencias están impelidas por las peculiares circunstancias que vive nuestra Venezuela. Unos hablan de la dificultad que tendrán para traer importados; otros prevén que el problema abarcará también a los jugadores con proyección en el beisbol organizado, bien sea porque se trate de grandeligas o porque son prospectos y ligamenoristas prominentes.

El campeonato 2019-2020, en el supuesto de que pueda llevarse a cabo, tendrá muchas particularidades, comenzando por las restricciones de todo tipo.

No es casualidad en ese panorama que los Leones se hayan interesado en un pitcher de liga independiente y que los Tigres, en su búsqueda de bateo, hayan concebido buscar jugadores de similar origen.

Hurtado no es un relevista para lanzar el octavo o el noveno inning. Al menos, no según su trayectoria histórica. Tiene números aceptables y una virtud apreciable: puede actuar prácticamente a diario, sumar entradas y hacer el trabajo cuando otros muestran cansancio.

Los melenudos se han trazado el objetivo de blindar su bullpen. Con la salida de Juan Carlos Gutiérrez, las dudas que dejó José Ascanio y la incertidumbre de contar con veteranos como Miguel Socolovich, es menester estructurar un cuerpo de bomberos que pueda cumplir decentemente con la tarea de establecer el puente entre el quinto o sexto tramo y la llegada del cerrador.

El recién adquirido se suma a ese grupo que incluye a Loiger Padrón, Carlos Piña, Alejandro Chacín, Francisco Carrillo y Carlos Quevedo. Puede que la tarea de reforzar el staff no esté completa, pero ciertamente el manager Mike Rojas tiene más profundidad ahora, a costa de perder a un jugador que tenía el favor del público, pero que bateó poco con los metropolitanos y que de hecho no tenía un lugar preponderante en la divisa, al punto de que en la campaña 2018-2019 consumió menos de 80 turnos, cpn todo y las oportunidades que en teoría tenía abiertas delante de él.

Piña es de Turmero. Tiene razones personales y familiares para sentirse identificado con su nuevo uniforme. Como últimamente pasó con casos como los del Pollito Rodríguez o Jesús Aguilar, podrá contar en las tribunas de su nueva casa con la presencia de antiguos vecinos y viejos afectos. Eso vale en estos diamantes.

Aragua no compró al joven que jugó poco y produjo menos con el Caracas. Su apuesta es haber adquirido a alguien capaz de replicar en el torneo local lo que desde el año pasado ha mostrado en la Asociación Americana, un torneo independiente donde ha bateado para average, donde se ha embasado con frecuencia y donde ha conectado muchos extrabases.

La LVBP tiene casos esperanzadores que se conectan con este infielder. Por aquellos campos, donde ahora tanto rinde, pasaron el Cafecito Martínez y Balbino Fuenmayor, quienes luego se convertirían en fuerzas reales en nuestra pelota, tras parecer que su tiempo se había agotado.

Los rayados entregan pitcheo. Es un bien muy preciado. No fue Hurtado, sin embargo, una pieza clave en su bullpen los últimos dos años y hay abundancia de brazos en ascenso y sin restricciones para cubrir su marcha.

La gran motivación en este giro está en las carencias bengalíes. Únicamente 10 toleteros conectaron jonrones por los Tigres en la pasada eliminatoria y dos de ellos fueron extranjeros. Las bujías principales posiblemente no regresen. Fueron el grandeliga Franklin Barreto, que seguramente tendrá restricciones, y el estadounidense José Vargas, quien se marchó a disgusto al ser despedido. Una novena que conecte un bambinazo cada dos encuentros es una novena con problemas para producir, y fue ese el caso de los centrales.

No hay manera de garantizar que Piña revivirá la historia del Cafecito o de Balbineitor. Pero visto lo que está haciendo en el norte, vale la pena intentarlo. Ambos equipos tienen mucho que ganar, a pesar de haber entregado algo que apreciaban para hacer esta apuesta.


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