Clara Grima

Clara Grima recuerda el momento exacto en que decidió ya no solo investigar y ser docente universitaria de matemáticas, sino también hacer divulgación científica.

Era 2011 y su hijo pequeño, Ventura, que entonces tenía 6 años, le preguntó qué era el símbolo que tenía en su camiseta: «¿Eso es una mesa o una portería de fútbol?».

No era ni una cosa ni la otra. Se trataba de un número: pi.

La conversación terminó con Ventura concluyendo que «el infinito es un invento de los matemáticos para cuando se cansan de contar».

«Lo bonito de la matemática es pensar, es hacer una cosa que las máquinas no saben hacer», dice Grima a BBC Mundo.

Clara Grima recuerda el momento exacto en que decidió ya no solo investigar y ser docente universitaria de matemáticas, sino también hacer divulgación científica.

Era 2011 y su hijo pequeño, Ventura, que entonces tenía 6 años, le preguntó qué era el símbolo que tenía en su camiseta: «¿Eso es una mesa o una portería de fútbol?».

No era ni una cosa ni la otra. Se trataba de un número: pi.

La conversación terminó con Ventura concluyendo que «el infinito es un invento de los matemáticos para cuando se cansan de contar».

«Lo bonito de la matemática es pensar, es hacer una cosa que las máquinas no saben hacer», dice Grima a BBC Mundo.


En «¡Qué las matemáticas te acompañen!» dices (y demuestras) que las matemáticas son un juego, que solo hay que «aprender las reglas y jugar». ¿Por qué crees que esta noción lúdica no es la más extendida?

Por mucho que me duela, debo admitir que la matemática sigue teniendo esa leyenda negra o esa mala fama que no le corresponde.

Soy investigadora y profesora universitaria desde 1995 y empecé a divulgar a partir de 2011, cuando por culpa o gracias a mis hijos -depende de cuán cansada esté, cuál expresión uso- empecé a hablar de matemáticas con niños.

En 2018 Grima publicó «¡Que las matemáticas te acompañen!» (editorial Ariel) – ARIEL

Así conocí niños de 5 o 6 años que me decían: «A mí no me gusta la matemática». Y yo siempre respondo lo mismo digo: «¿Tú qué sabes si no lo has probado?».

Entonces me di cuenta que los niños aprenden a odiar las matemáticas antes de estudiar matemáticas, porque está en el ambiente, en la sociedad. Es simpático o guay jactarse o presumir de que no se dominan las matemáticas. Lo hacen algunos famosos en la televisión o algunos youtubers. Y esto va calando.

Pero este no es tu caso: a ti siempre te gustaron las matemáticas y hasta dices que te han «moldeado»…

Pues sí, las matemáticas me encantan desde pequeñita. Para mí eran un juego, eran como un misterio. Me acuerdo perfectamente de la primera vez que resolví una ecuación del tipo x+2=4. Recuerdo estar dando gritos en la clase: «¡Qué chulo! ¡He descubierto algo!».

Pero la verdad es que quería ser filósofa porque también me gusta escribir. Y fue precisamente mi profesor de filosofía el que me dijo que estudiara matemáticas porque lo hacía bien y porque conseguiría trabajo antes. Y desgraciadamente tenía toda la razón.

Lo primero que me dieron las matemáticas fueron una cura de humildad: mi orgullo y mi ego fueron arrastrados por el fango de una manera cruel, porque no era tan buena como creía.

Luego descubrí la belleza de las matemáticas y aprendí una forma diferente de ver el mundo que me apasionó.

Ya a nivel personal, haciendo mi tesis doctoral, descubrí los grafos y al cabo de poco tiempo me casé con mi director de tesis. Luego nacieron mis hijos y ellos mismos, con su conversación, volvieron a darle un vuelco a mi vida y empecé la divulgación.

Ahora doy charlas y tengo libros, con lo cual aquello de ser escritora a lo que en algún sentido renuncié por ser matemática ha vuelto de otra manera. No escribo novelas ni ensayos filosóficos, pero escribo sobre matemáticas.

Como investigadora trabajas en teoría de grafos, algo que recién mencionabas y que aparece en muchos capítulos de «¡Qué las matemáticas te acompañen!». ¿Podrías explicar de forma simple qué es un grafo?

Un grafo es un objeto matemático que está formado por dos conjuntos de elementos: un conjunto son unos puntitos, que pueden representar personas u objetos, y el otro conjunto son rayitas o líneas, que unen a estos puntitos de dos en dos.

Podemos poner como ejemplo Facebook. Pues cada uno de los usuarios seríamos un puntito y dos usuarios que somos amigos en Facebook apareceríamos unidos con una rayita. Eso nos daría un dibujo: eso es un grafo.

En este caso es un grafo muy grande, porque Facebook tiene en el orden de 1.600 millones de usuarios.

Pero hay grafos más chicos. Por ejemplo, en la charla en (el Hay de) Cartagena, pues cada punto sería cada una de las personas que asisten y unimos con aristas, o sea con rayitas, a dos de ellos si se conocían de antes. Esto te da una imagen de las relaciones sociales en ese lugar.

El grafo de las relaciones entre los personajes de «Tormenta de espadas», uno de los libros que componen la saga en que se basó la exitosa serie de TV «Game of Thrones» – ANDREW BEVERIDGE Y JIE SHAN

En el libro usas los grafos para explicar desde la serie Game of Thrones hasta campañas de vacunación. ¿Por qué, si es una teoría tan útil, no se suele enseñar en la educación básica?

Yo me llegué a hacer licenciada en matemáticas sin haber visto un grafo.

Pero cuando empecé a divulgar, muy rápidamente empecé a hablar de grafos un poco por defecto profesional. Y me di cuenta que es una herramienta muy útil, que permite modelar problemas de matemáticas de una forma muy eficiente y resolverlos sin los tediosos cálculos a los que obligan a los niños a hacer todo el rato.

Lo que prima en la resolución de problemas usando grafos es el instinto y la lógica, no la capacidad para hacer cálculos que, francamente, es aburrido y no sirve para nada. Lo hace mejor la máquina.

Para mí, la lavadora lava mejor, un coche va a una velocidad que yo no voy a conseguir nunca y una calculadora, calcula mucho más rápido que yo.

Soy doctora en matemáticas y no sé dividir con tres cifras ni sé calcular a mano una raíz cuadrada.

Lo bonito de la matemática es pensar, es hacer una cosa que las máquinas no saben hacer.

También sueles usar el concepto de persona»anumérica». ¿Qué significa y qué peligros conlleva?

El término «anumerismo» lo acuñó Douglas Hofstadter y lo popularizó John Allen Paulos con su libro «El hombre anumérico»

Lo que viene a significar es un analfabetismo de conceptos básicos en matemáticas -no saber calcular un tanto por ciento, no entender una gráfica-, lo que tiene varios niveles de peligro.

Por ejemplo, en España es tradición comprar la Lotería de Navidad. Hay gente que hace colas para comprar en una determinado lugar porque creen que tienen más probabilidad de ganar ahí. Ese es un claro caso de anumerismo que se da todos los años en este país. Pero bueno, solo pierdes tu tiempo, no afecta tu vida.

Pero si te engañan en el banco con algún producto financiero o para acceder a algún puesto de trabajo, la cosa ya empieza a ser más grave.

¿Y qué hay del «espejismo de la mayoría» y cómo esto se ha agravado con las redes sociales?

Es una forma un poco más compleja de ser anumérico.

Es lo que llaman «la burbuja», que sucede cuando estás en un cierto grupo social, que puede ser real o virtual. Lo que pasa es que ahora las redes sociales tienen una potencia de transmisión de noticias falsas o de bulos muy grande.

El problema es que es muy difícil salir de este anumerismo y nos afecta a todos. Salir de tu burbuja de información es un esfuerzo personal que tenemos que hacer cada uno.

Y luego, por otra parte, lo que nos enseña es que tenemos que ser empáticos. Es muy fácil decir que un grupo al que tú no pertenece toma decisiones estúpidas. Pero es que a lo mejor no lo ven porque están afectados por ese espejismo.

Por eso la mejor forma de conseguir que una persona salga de su burbuja es con datos y con la empatía.

¿Cuál es la pregunta matemática que más te hacen los niños?

Cuando digo que soy investigadora de matemáticas, me dicen: «Pero, ¿qué tienes que descubrir? Si ya se sabe que 2+2 es 4». Pues, muchas cosas, porque la matemática va más allá de la aritmética.

De hecho, falta cada vez más porque cada descubrimiento que se hace es como una puerta que se abre y lo que hay detrás de la puerta es un pasillo enorme, casi infinito, lleno de puertas cerradas, que hay que volver a abrir, porque el conocimiento se expande.

¿Eso quiere decir que, en el debate de si las matemáticas se descubren o se inventan, apoyas la primera opción?

Yo creo que mitad y mitad.

Hay una parte de la matemática que evidentemente es fruto de la abstracción de la mente humana y que es inventada.

Por ejemplo, cogemos unos números, unos grafos o unas funciones, que son los objetos con los que vamos a jugar, y nos inventamos las reglas del juego, que puede ser cómo se forman, cómo se multiplican, cómo se dividen… Luego, a partir de esas reglas y jugando, descubrimos qué propiedades tiene.

Y luego hay una parte de las matemáticas que las descubrimos mirando a la naturaleza.

Antes se pensaba que la única geometría que existía era la geometría euclídea, la que vemos todos, donde dos rectas paralelas no se van a cortar nunca. Pues un día alguien pensó: «Vamos a inventar una geometría que no sea así, donde las rectas paralelas, al final, se encuentran».

Lo que parecía en aquel momento una abstracción de la mente y una matemática inventada, luego llega (Albert) Einstein y nos explica el espacio tiempo, y resulta ser que el universo viene a dar la razón: era una matemática que estaba escondida.

Cada una de estas dos figuras, la verde y la amarilla, es un escutoide _ UNIVERSIDAD DE SEVILLA

De hecho, en 2018 fui parte de un grupo de investigación que descubrimos una forma geométrica que no se había visto, que se llama escutoide, y que tuvo un impacto brutal.

Fue una colaboración con biólogos celulares, que nos llamaron porque querían saber cómo describir la forma que tenían las células de los epitelios, que son los tejidos que recubren todos nuestros órganos. Cuando empezamos a describir la forma geométrica, nos dimos cuenta que era una forma que no existía.

Yo me puedo inventar una forma geométrica, pero esta no lo hemos inventado sino que, mirando a las células epiteliales, hemos descubierto que era una forma que se repite en todas ellas.

Así que muchas veces nos inventamos las matemáticas y otras veces las descubrimos mirando el universo. O, en este caso particular, mirando las glándulas salivares de la mosca de la fruta, que es menos romántico.


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