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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ordenó este jueves atacar una base aérea siria en respuesta al supuesto uso de armas químicas por parte del gobierno de Bashar al Asad.

Un buque de guerra lanzó desde el mar Mediterráneo 59 misiles Tomahawk contra el importante objetivo en Siria. El ejército de este país dijo que seis personas murieron en la ofensiva.

«No hay duda de que Siria usó armas químicas prohibidas», dijo Trump desde Florida, donde se reunió este jueves con el presidente chino, Xi Jinping. 

«Usando un agente nervioso mortal, Al Asad ahogó la vida de hombres, mujeres y niños. Fue una muerte lenta y brutal, incluso hermosos bebés fueron cruelmente asesinados», agregó en referencia a la muerte de más de 80 personas por gas sarín en Khan Sheikhoun, en la provincia de Idlib.

Trump afirmó: «Es vital para los intereses de seguridad nacional de Estados Unidos prevenir y disuadir la proliferación de las armas químicas».

El ataque fue realizado a las 04:40 hora local (01:40 GMT) sobre la base aérea de Shayrat, en la provincia de Homs, desde donde Washington cree que el gobierno de Al Asad lanzó el ataque con armas químicas del martes.

Según se informó, el comando estadunidense le notificó al gobierno de Rusia, aliado de Siria, de que realizaría el ataque. Los medios rusos afirman que nueve aviones sirios resultaron destruidos durante el bombardeo.

El gobierno de Al Asad niega haber usado armas químicas y rechaza toda responsabilidad en lo sucedido en Idlib. La televisión estatal siria calificó el ataque de EE.UU. como un «acto de agresión».

Rusia fue «cómplice o incompetente»

El Pentágono señaló que previo al ataque había informado a varios países al respecto, entre ellos Rusia, que tiene fuerzas desplegadas en el país tras haber intervenido en 2015 a favor del gobierno.

Sin embargo, el secretario de Estado de EE.UU., Rex Tillerson, aseguró que no lo hicieron buscando autorización de Moscú.

Tillerson incluso fue más allá y afirmó que Rusia o bien fue «cómplice» o bien actuó de manera «incompetente» al no impedir que Siria, su aliado, usara armas químicas.

A su vez, el jefe de la diplomacia estadounidense señaló que el ataque fue una respuesta «proporcional» que demuestra que Trump está preparado para «tomar acciones» ante «actos atroces».

Rusia, por su parte, respondió este viernes calificando el bombardeo de «una agresión contra una nación soberana».

Dmitry Peskov, vocero del gobierno ruso, dijo que el presidente Vladimir Putin ve el ataque como «un intento de distraer al mundo de las muertes civiles provocadas por la intervención militar de EE.UU. en Irak».

Y agregó que los hechos de este jueves generan un «daño significativo» en las relaciones entre EE.UU. y Rusia.

Horas antes, Rusia había advertido de «consecuencias negativas» si Washington emprendía una acción militar contra su aliado.

«Toda la responsabilidad estará en quienes dieron inicio a una tan dudosa como trágica empresa», dijo el embajador ruso ante Naciones Unidas, Vladimir Safronkov.

La declaración la hizo después de que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas volviera a finalizar una jornada sin acordar una respuesta adecuada al uso de armas químicas en Idlib, donde murieron al menos 86 personas, incluidos 27 niños.

Por su parte Turquía -vecino sirio e influyente en la región- dijo que veía con buenos ojos el bombardeo estadounidense en respuesta al supuesto ataque químico y pidió que se estableciera una zona de exclusión aérea en Siria «para evitar más derramamiento de sangre».

ANÁLISIS:¿FLEXIBILIDAD O lNCOHERENCIA?

Anthony Zurcher, corresponsal de la BBC en Washington D.C.

Donald Trump, un político que se pensaba era un neo-aislacionista, desplegó la fuerza militar de EE.UU. en el extranjero para hacer cumplir las normas internacionales y castigar los abusos contra los derechos humanos.

Si la política exterior del presidente de EE.UU. puede cambiar tan dramáticamente en unos pocos días, tal vez unas pocas horas, ¿los aliados y adversarios interpretarán esto como un signo de flexibilidad o DE incoherencia?

Ordenar un ataque con misiles es una acción militar de bajo riesgo, pero también es de eficacia limitada. Un funcionario de la Casa Blanca lo describió como un «disparo de advertencia» para al Asad.

Si el presidente sirio continúa usando armas químicas o llevando a cabo ataques que deriven en bajas civiles significativas, ¿aumentará EE.UU. su intervención militar o retrocederá y correrá el riesgo de parecer débil?

Este jueves de noche Trump llevó a cabo su primera política exterior arriesgada y parece mostrar un cambio drástico en su visión, retórica y acciones resultantes.

El candidato que constantemente hablaba de «poner a Estados Unidos primero» terminó sus breves comentarios del jueves por la noche pidiendo las bendiciones de Dios no sólo para su nación, sino para el «mundo entero».

Este ataque (y este cambio de actitud) puede ser simplemente un acontecimiento aislado. O, tal vez, un globalista improbable ha nacido.

Consecuencias del ataque

Herbert Raymond McMaster, asesor de Seguridad Nacional de EE.UU., le dijo a periodistas que le habían dado a Trump tres alternativas para atacar intereses del gobierno sirio.

El presidente le pidió a sus asesores que se centraran en dos y tomó la decisión de llevar a cabo el ataque este jueves.

«No fue un ataque pequeño», detalló McMaster.

Y agregó:»Obviamente el régimen continuará reteniendo cierta capacidad de cometer asesinatos masivos con armas químicas más allá de esta base aérea».

Por su parte, el gobernador de Homs, Talal Barazi, le dijo a la televisión estatal de su país que el ataque »sirve a los intereses de grupos terroristas armados».

De hecho, Barazi dijo que la base bombardeada por EE.UU. daba apoyo a operaciones contra el autodenominado Estado Islámico.

«El liderazgo sirio y la política de Siria no va a cambiar», aseguró.


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