¿Has estado entre la espada y la pared? ¿En un callejón sin salida? ¿Te has sentido bajo la lupa y la situación te tenía echando chispas?

Nuestro discurso cotidiano está plagado de metáforas.

Como dijo el poeta Paul Muldoon, «el impulso de encontrar la semejanza entre cosas diferentes es muy básico para nosotros».

Pero las metáforas no son solo para poetas. Dan forma a nuestras creencias, actitudes y acciones de formas que ni siquiera notamos.

Pero ¿qué es exactamente una metáfora?

Rompamos el hielo

En su forma más simple, una metáfora es X igual a Y. A veces se indica explícitamente.

Pero a menudo las metáforas son más difíciles de desentrañar.

La novela de 1925 de F. Scott Fitzgerald «El gran Gatsby», por ejemplo, famosamente termina diciendo:

«Y así seguimos adelante, botes contra la corriente, empujados incesantemente hacia el pasado».

A primera vista, estamos hablando de remeros que luchan contra el tirón de la corriente.

Pero la imagen se confunde con el tiempo, el pasado, el poder de la nostalgia.

Muchos piensan que las mejores metáforas aportan color y significado a lo cotidiano.

El autor James Geary dice que: «Al mezclar lo extranjero con lo familiar, lo maravilloso con lo mundano, las metáforas hacen que el mundo arda y hormiguee».

Pero no todos son fanáticos.

El filósofo Thomas Hobbes comparó el uso de metáforas con «vagar entre innumerables absurdos».

Lo que, por supuesto, es una metáfora.

Hobbes descalificó las metáforas… con una metáfora.

Si intentamos expresar algo abstracto, las metáforas son difíciles de evitar.

Toma el desamor.

Se nos rompe el corazón. Se te parte el alma. Te la pasas en las nubes. Tu vida es un calvario…

Algunas metáforas se han vuelto tan familiares que casi se sienten literales.

Está loco por ella. Sientes mariposas en el estómago. Y sobre todo, la tradicional: el tiempo es dinero.

¿Qué dice sobre nuestra sociedad que equiparemos tiempo y dinero de esa manera?

El amor está lleno de metáforas.

Y hablando de eso, si te pones a pensar, la forma en la que pensamos sobre el tiempo es metafórica.

Somos viajeros en un camino, con el futuro por delante y el pasado detrás.

El lingüista estadounidense George Lakoff llamó a estas metáforas orientacionales.

Toma la idea de arriba y abajo.

Lo bueno tiende a estar arriba, lo malo, abajo.

A veces tienes el ánimo por los suelos y de repente tu corazón salta de felicidad; tocas el cielo con las manos pero luego caes en la depresión.

Lakoff también ayudó a desarrollar la idea del marco político.

Las palabras que elegimos afectan la forma en que percibimos y tratamos los problemas sociales y ayudan a decidir qué se convierte en sentido común aceptado públicamente.

Y las metáforas juegan un papel muy importante en eso.

Toma por ejemplo la tan mentada batalla o lucha contra el cáncer.

Quizás se creó con buenas intenciones, pero un estudio de 2019 indicó que metáforas militares como esa pueden socavar el tratamiento del cáncer, haciendo que las personas se sientan fatalistas sobre sus posibilidades e incluso culpando implícitamente a quienes no sobreviven.

Al fin y al cabo, una batalla se gana o se pierde y, en este caso, el «perdedor» es un ser querido al que «lo venció el cáncer».

El crimen es otra área llena de metáforas.

Tenemos olas de crimen. El inframundo criminal. Delitos cometidos a sangre fría.

Pero ¿qué efecto pueden tener realmente las metáforas?

En 2011, un estudio de Stanford le dio a un grupo un panfleto que describía el crimen como una bestia salvaje que se alimenta de una ciudad.

Un segundo grupo recibió un folleto diferente que describía el crimen como un virus que plaga a la población.

Una bestia o un virus.

Cuando se preguntó cómo abordar el problema, el primer grupo tenía un 20% más de probabilidades de respaldar una vigilancia más estricta que el segundo.

Así que las metáforas que elegimos tienen consecuencias.

No solo en nuestras creencias, sino también potencialmente por nuestras leyes, nuestra política y nuestro trato mutuo.

Lakoff y su coautor Mark Johnson lo expresaron diciendo: «La gente que llega a imponer sus metáforas en la cultura puede definir lo que consideramos cierto».

En otras palabras (más metafóricas): el conocimiento (de las metáforas) es poder.


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