Sus decisiones no son publicadas en la Gaceta Oficial pero sus mensajes por Twitter son capaces de movilizar a decenas de miles de personas.

Juan Guaidó, el presidente de la Asamblea Nacional (AN), se convirtió en uno de los grandes protagonistas de la vida política en ese país desde que el pasado 23 de enero se juramentó como «presidente encargado», con el objetivo declarado de encabezar un gobierno de transición que convoque a elecciones libres.

Ese acto fue tachado como un «intento de golpe de Estado» por parte de Nicolás Maduro, quien inició el 10 de enero un segundo periodo presidencial, cuya legitimidad fue puesta en duda por la oposición por considerarlo fruto de unas votaciones fraudulentas.

Allí se abrieron entonces las puertas al actual choque de poderes en el que se encuentra inmersa Venezuela, con dos presidentes enfrentados.

Más allá de las fronteras, numerosos países han tomado posición en cuanto al reconocimiento de uno u otro mandatario.

Así, mientras Maduro exhibe el apoyo de países como Rusia, China, Irán, Turquía, Nicaragua y Bolivia; Guaidó es respaldado por Estados Unidos, Canadá y la mayor parte de los países de América Latina y Europa.

El presidente encargado ya ha obtenido el reconocimiento de más de medio centenar de países. Pero, ¿cuánto poder tiene realmente?

Movilización vs instituciones

«Todo depende de qué entendemos por poder. Su principal fuente de poder es el respaldo popular», dice Benigno Alarcón, director del Centro de Estudios Políticos y de gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello, en conversación con BBC News Mundo.

La oposición venezolana ha respondido con manifestaciones masivas a las convocatorias de Guaidó

Destaca que esa fortaleza se ha reflejado en las multitudinarias movilizaciones que ha convocado desde que asumió la presidencia de la AN, el único de los poderes establecidos en la Constitución venezolana que está bajo control de la oposición.

«Desde hace mucho tiempo hay 75% del país que se opone al mandato de Maduro y que quiere un cambio político lo antes posible. No necesariamente todos los que rechazan a Maduro apoyan a Guaidó pero él hoy representa en buena medida al país que se opone a Maduro y encarna la opción del cambio», señala Alarcón, quien asegura que encuestas realizadas en noviembre mostraban que un respaldo a Maduro en torno a 15%.

«Ya no podemos decir que tenemos un país dividido o polarizado, como teníamos en el pasado, sino un país en el cual la gran mayoría se opone a la continuidad del mandato de Maduro», apunta.

Alarcón considera que otra fuente de poder para Guaidó sería la legitimidad de la que goza.

La AN fue electa en 2015 en un proceso reconocido por todos los actores. Al ocupar su presidencia, según la Constitución, Guaidó es la persona a quien lecorrespondería hacerse cargo del poder en el caso de que haya una falta absoluta del Ejecutivo, un supuesto que la oposición considera que se cumplió el pasado 10 de enero, cuando se venció el primer periodo de Maduro.

Desde el oficialismo, sin embargo, se defiende la legalidad de la elección de Maduro en 2018 y se afirma que, en realidad, las actuaciones de la AN son nulas por encontrarse en «desacato» desde hace varios años de las sentencias del Tribunal Supremo de Justicia, un ente que la oposición considera cooptado por el Ejecutivo.

Maduro conserva el apoyo de la mayoría de las instituciones del país

Desde la perspectiva de Alarcón, otra fuente de poder de Guaidó sería el respaldo internacional con el que cuenta.

El politólogo Ángel Álvarez, quien fue profesor de la Universidad Central de Venezuela y de la Universidad Católica Andrés Bello, considera que ese apoyo de otros gobiernos no es exactamente una fuente de poder pues no es algo que él pueda controlar directamente.

«Guaidó tiene mucho poder que depende de una sola fuente directa que es el apoyo popular a su persona y a su propuesta», señala.

Diplomáticos y exhortos

Pero la capacidad de movilización popular, el respaldo de más de medio centenar de países y la legitimidad que pueda obtener de ser la cabeza de la AN así como de la interpretación legal que pudiera justificar su gobierno interino, no se traducen en un poder institucional efectivo.

En el día a día, las decisiones de Guaidó son desconocidas por los tribunales, las Fuerzas Armadas y, en general, por casi todo el aparato burocrático.

La Policía Nacional y las Fuerzas Armadas, con contadas excepciones, se mantienen leales a Maduro

Por su parte, Nicolás Maduro conserva en la práctica el control del Ejecutivo venezolano y mantiene la lealtad de la mayor parte de las demás instituciones.

«Guaidó tiene muy poco poder para aplicar las medidas que tome y prácticamente ningún poder para imponer por la fuerza decisiones tomadas por ley de la Asamblea Nacional porque no controla ni tribunales, ni militares ni policías», apunta Álvarez.

Alarcón admite que el opositor no tiene un gobierno que esté en ejercicio de sus plenas funciones. «Tenemos una situación totalmente atípica. Un gobierno en control de las instituciones y otro gobierno que goza del apoyo popular e intenta abrirse paso con algunas acciones pero que no está en ejercicio de todas las facultades que le corresponderían», señala.

Destaca que el líder opositor no dispone casi de recursos, aunque existe la posibilidad de que algunos de los activos de Venezuela en el extranjero -como Citgo, la petrolera venezolana en Estados Unidos cuyo dominio perdió Maduro al no ser reconocido por la Casa Blanca-, sean transferidos eventualmente bajo el control de Guaidó.

Así, hasta ahora el ejercicio del poder del opositor se ha reflejado más en el exterior -con actos como el nombramiento de representantes diplomáticos en el extranjero o con la movilización de la ayuda humanitaria que intentan llevar a Venezuela- que fronteras adentro, dónde Guaidó básicamente se ha centrado en exhortar a los militares a no reprimir las protestas de los ciudadanos y en pedirle al resto de funcionarios que abandonen a Maduro.

Pero si Guaidó no tiene en estos momentos capacidad de hacer que el resto de instituciones actúen según sus decisiones, el apoyo popular y el respaldo internacional que ha obtenido sí limitan la capacidad de Maduro de actuar en su contra y en contra de la Asamblea Nacional, lo que explicaría por qué -a pesar de acusarlo de intentar dar un golpe de Estado- el gobierno no lo ha detenido.

«Si él fuera encarcelado o perseguido, Maduro puede suponer que habría una reacción muy severa porque ha recibido amenazas muy fuertes al respecto», señala Álvarez, para quien la situación planteada ahora se traduce en una suerte de empate entre gobierno y oposición.

Al no controlar el territorio de Venezuela, Guaidó se enfrenta a grandes dificultades para hacer llegar la prometida ayuda humanitaria al país

«Venezuela es ahora un país con un Estado muy frágil y con dos gobiernos en el mismo territorio, ninguno de los cuales tiene en este momento el poder suficiente para eliminar al otro», asegura.

Sin embargo, advierte que para lograr su objetivo de impulsar la transición política en Venezuela, Guaidó necesita ir sumando todos los apoyos posibles.

«Es como si estuviera creando una empresa y tiene que recurrir a distintas fuentes de capital. El poder es como el capital de un político, entonces cualquier muestra de respaldo venga de un cónsul, de un militar que se exilia y le ofrece su lealtad, un gobierno extranjero remoto que le reconoce; todo eso suma cuotas de poder que incrementan su posibilidad de tener más», señala.

«Con el poder pasa lo mismo que con el dinero. Si tienes cero capital, muy probablemente nadie te quiere prestar y entonces siempre te quedarás igual. No puedes administrar la transición política sin el poder sobre el territorio y la única forma de ganarlo en este momento es ir tomando espacios civiles de gobierno», concluye.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!