Twitter suspendió más de 70 millones de cuentas en mayo y junio, y continuó en julio al mismo ritmo, informó el diario The Washington Post. La acción se tomó para erradicar cuentas falsas o inactivas de la plataforma, de modo que se espera que no afecte a usuarios activos reales.

La medida forma parte de diversos esfuerzos que están realizando las redes sociales más populares para eliminar los mecanismos automatizados para generar “fama” artificial.

Desde hace años hay un mercado de compra y venta de seguidores e interacciones, en forma de retweets o likes. Existen sitios web para comprar seguidores en Instagram, por 90 dólares se obtienen 10.000 seguidores para Instagram, la plataforma donde hay mayor falsificación.  

A pesar de las acciones para tratar de revertir la compra de seguidores en Instagram este negocio sigue creciendo, impulsado por la demanda y protegida por el hecho de que, a pesar de ser una actividad controversial, no viola ninguna ley. De hecho, Google acepta y publica anuncios para la compra de seguidores.

Por qué se compran seguidores

La revolución de las redes sociales ha producido cierta presión para los usuarios. Tener una cantidad importante de seguidores es visto como una señal de éxito, aceptación, tanto en adolescentes como en el mundo empresarial. Incluso las celebridades y políticos siguen de cerca sus números en las redes sociales y los comparan con los de su competencia. Sin embargo, la vanidad parece ser la motivación más común para comprar seguidores.

Contar con un gran número de seguidores no sólo es un signo de status, también se ha convertido en una fuente de ingresos para muchos. Así nació la profesión de “influencer”: carismáticos individuos que se convierten en líderes de opinión por contar con una gran audiencia.

Marcas de primera línea invierten en publicidad a través de influencers, ya que sus recomendaciones son más eficaces que marketing tradicional. Sin embargo, muchos influencers han incurrido en la compra de seguidores para contar con una audiencia mayor a la real.

El fenómeno es tan común que Unilever, el segundo mayor anunciante del mundo, ha tenido que declarar públicamente que no contratará a influencers que compren seguidores, y que tampoco lo hará para sus cuentas en redes sociales.


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