Las Tejerías
Carlos Díaz| Foto: Ramsés Romero/ El Nacional

Recostado frente a los restos de una vivienda teñida por el lodo, un hombre con la mirada perdida y lágrimas en sus ojos parece sumergido en sus pensamientos. Su rostro no refleja otra cosa sino dolor, algo que se ha convertido en un común denominador en las caras de una comunidad que ha sido tocada por la tragedia. Allí, de pie, Carlos Díaz contempla el lugar en el que un día estuvo su hogar en el barrio Libertador de Las Tejerías, estado Aragua. Hoy solo queda un espacio vacío donde reposan los restos de escombros, piedras y vegetación.

Para Díaz, frases como “no me tocaba” o “no era mi hora” ahora tienen más sentido. Un retraso en su trabajo en la ciudad de Los Teques fue determinante para que este hombre de casi 40 años de edad no estuviera presente en Las Tejerías durante el deslave del pasado sábado 8 de octubre. “No sé qué hubiese sido de mí si hubiese llegado a la hora habitual”, dijo mirando al cielo mientras que une sus manos en señal de agradecimiento.

La angustia y el miedo se apoderaron de Díaz cuando iba camino a su casa esa noche y se enteró de lo sucedido. Su esposa e hijos sí se encontraban en el barrio Libertador en el momento de la tragedia. “Yo venía con un nudo en la garganta, solo pensaba en mis niños. Le pedía a Dios que estuviesen sanos y salvos, era lo único que le pedía”, relató con la voz quebrada.

Las Tejerías. Foto: Ramsés Romero/ El Nacional

Cuando llegó al sector La Hoyada pudo comprobar la magnitud del desastre. El miedo por no conocer el paradero de su familia se intensificó, y como pudo se trasladó hasta la zona de su residencia. El llanto se apoderó de él cuando comprobó que su casa y la de otros muchos vecinos había desaparecido.

Pero el alivio finalmente llegó cuando se enteró que su familia estaba a salvo. “No se imaginan la felicidad que yo sentí en ese momento. Me regresó el alma al cuerpo cuando vi a mis hijos que estaban bien. A ellos y a mi esposa los admiró tanto, pues no solo lucharon por salvar su vida, también rescataron a su abuela y otras personas”, contó con las lágrimas corriendo por su mejilla.

Díaz no puede evitar sentir tristeza y desolación por lo ocurrido. Además de perder su vivienda, en la que habitó con su familia por cinco años, también lamenta la pérdida de sus vecinos y amigos de la comunidad.

Foto: Ramsés Romero/ El Nacional

“Es muy duro, de verdad. El pastor que falleció en la iglesia me daba su bendición todos los días. Los niños que estaban allí estudiaron con mis hijos. Mi vecina de aquí al lado era una señora mayor que vivía sola y siempre nos ayudó en lo que pudo. No hay palabras para describir este dolor”, dijo con sufrimiento y desesperación.

Parado junto a la casa tapiada de su suegra, manifestó sentirse agradecido, en medio de la pérdida. “Tengo que agradecer a Dios porque mi familia está bien. Yo estoy bien. No paro de abrazar a mis hijos y a mi esposa. ¡Gracias, Dios mío!”, gritó nuevamente levantando la vista hacia el cielo.

El barrio Libertador fue una de las zonas más afectadas por el deslave en Las Tejerías. Casi 20 personas que se encontraban dentro de una iglesia evangélica de esta comunidad fueron arrastradas por la corriente de la quebrada El Pato. Solo sobrevivieron tres adultos y dos niños.

Foto: Ramsés Romero/ El Nacional

“Si mi hija hubiese estado aquí no viviría para contarlo”

A escasos metros del lugar en el que estaba ubicada esta iglesia, una mujer mayor sentada en el suelo mira a su alrededor mientras un grupo de hombres trata de desenterrar un camión de carga que está cubierto de tierra casi en su totalidad. Carmen Garrido está sentada justo donde estaba su casa, pero en el sitio solo queda un puñado de escombros.

Garrido trabaja interna en una casa de familia, fuera de Las Tejerías. Todos los domingos viaja hasta el barrio Bolívar para limpiar su vivienda y la de su hija, ubicada justo al lado. Sin embargo, cuando llegó al lugar justo después del deslave ya no había nada que limpiar. Siquiera encontró restos de sus pertenencias. “Lo perdí todo”, dice con tristeza.

Fotos Ramsés Romero- El Nacional

Aunque lamenta lo sucedido, agradece que ambas viviendas se encontraran vacías durante el suceso. Unos días antes de la tragedia, su hija, que dio a luz hace poco, le manifestó sus deseos por volver a su casa. Garrido le convenció para que esperara recuperarse un poco más en la residencia de su suegra, por lo que retrasó su regreso. No sabía en ese momento que le estaría salvando la vida.

Las Tejerías
Foto: Ramsés Romero/ El Nacional

Si mi hija hubiese estado aquí no viviría para contarlo. Cómo iba a correr esa muchacha con un bebé recién nacido y con una cesárea. No podía. Los hubiese perdido a los dos”, relató.

Su exesposo y padre de sus hijas estaba en la comunidad ese sábado. Pudo salvarse porque corrió a tiempo hacia la montaña, pero al igual que muchos de sus vecinos también perdió todas sus pertenencias. “Él se quedó con lo que tenía puesto en ese momento. Sin embargo, no queda más que agradecer a Dios que está vivo. Sus hijas lo necesitan”, dijo.

Si bien dijo sentirse agradecida por no haber tenido que vivir el deslave en carne propia, manifestó preocupación por su actual pareja. El hombre trabajaba como vigilante de la ensambladora de vehículos Chery y actualmente sigue desaparecido.

Las tejerías
Foto: Ramsés Romero/ El Nacional

Una noche de juerga salvó su vida

Hacia el casco del pueblo, cercano al sector El Matadero, Wilmer Peña camina con cuidado mirando a su alrededor, casi sin reconocer dónde se encuentra. Sus ojos rojos evidencian el dolor que siente al ver el lugar donde ha vivido por más de 50 años casi destruido por completo. Es la primera vez que ve con sus propios ojos la magnitud de los daños causados por el deslave.

“Cuando me bajé en el puente se me aguaron los ojos. No podía creer lo que estaba viendo. Es muy triste todo esto”, manifestó.

Fotos Ramsés Romero- El Nacional

Peña trabaja en La Victoria. El sábado 8 de octubre debía regresar a casa, pero decidió quedarse de juerga con varios de sus compañeros. No fue sino hasta horas de la noche que se enteró de los sucedido. “La verdad yo me emparrandé por allá y decidí quedarme hasta el domingo. Menos mal, porque a esa hora seguramente hubiese estado por allí en la calle y quién sabe que me hubiese pasado”, señaló.

Las Tejerías
Foto: Ramsés Romero/ El Nacional

La esposa y madre de Peña se encontraban en Las Tejerías, pero afortunadamente lograron salir a tiempo. En su casa, el barro ha dejado vestigios de lo sucedido pero aún permanece en pie, a diferencia de los hogares de muchos de sus vecinos.

Al menos 400 viviendas fueron arrasadas por el deslave de Las Tejerías, según las últimas cifras oficiales ofrecidas por las autoridades el martes. En cuanto al número de fallecidos, la cifra se elevó a 50 el jueves, aunque los lugareños insisten en que pueden ser muchos más.

@ErikaHDelaR


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