La Máquina Teatro
Desde 1995, José Tomás Angola ha sido el director y dramaturgo de la Máquina Teatro / William Dumont

Muchos se han ido y otros han llegado. Pero La Máquina Teatro no para. El año que viene cumplirá 25 años y desde ya los está celebrando.

Hasta este fin de semana presentará en la Asociación Cultural Humboldt la pieza Alta traición, dirigida por José Tomás Angola, fundador de la agrupación, y escrita por Federico Pacanins.

La obra, ambientada en la época de la Segunda Guerra Mundial, es una recreación de una discusión política entre dos de los intelectuales más brillantes del siglo XX, el poeta estadounidense Ezra Pound y el novelista alemán Thomas Mann.

El encuentro nunca ocurrió en la realidad, pero Pacanins se tomó la licencia para reflexionar acerca de la traición.

A ambos escritores los acusaron de traicionar a sus respectivas patrias. Al estadounidense por darle la espalda a la posición de su país en aquella época y apoyar el fascismo, y al alemán por oponerse al nazismo.

Desde allí se plantean dos preguntas: “Una interrogante es si para un artista es más importante traicionarse a sí mismo y a sus ideas o traicionar a un país y su gobierno. ¿Cuál es la verdadera patria del artista? La otra es más compleja, ¿la libertad absoluta del arte pasa porque el artista diga y haga lo que quiera aunque esté errado y con eso haga daño?”, sopesa Angola.

Sumergida en una atmósfera onírica y lírica, con proyecciones audiovisuales y efectos sonoros que también son protagonistas, Alta traición representa muy bien lo que ha sido La Máquina Teatro desde que fue creada. Una agrupación destinada al teatro de arte.

La Máquina Teatro
En Alta traición, escrita por Federico Pacanins, se recrea un debate político entre Ezra Pound y Thomas Mann, que tiene de fondo a la Segunda Guerra Mundial / Cortesía La Máquina Teatro

“Yo no hago teatro con interés comercial. Tampoco diré que es teatro no comercial. Hago teatro de arte”, recalca el director, dramaturgo y cuentista venezolano.

Para el año que viene, cuando cumplirá oficialmente sus 25 años de labor, la agrupación tiene planteado presentar en el colegio Emil Friedman un ciclo titulado Shakespeare en concierto.

Serán tres las obras del dramaturgo inglés que contarán con la música original con la que se presentaron en su tiempo: La tempestad, con composición de Jean Sibelius; Sueño de una noche de verano, con Felix Mendelssohn, y Hamlet, con Piotr Ilich Chaikovski. “No será la producción completa porque sería inmanejable, pero haremos lecturas dramatizadas con vestuario. Tendrán un despliegue visual increíble porque usaremos multiproyecciones y la orquesta sinfónica del colegio montada en el escenario”.

“Cuando Hamlet se montó en Rusia, Chaikovski fue contratado para componer la música y presentarla en vivo. Eso no se hace hoy día. Lo que se hizo después fue que los compositores arreglaban la sinfonía. Por eso ahora se suelen usar tres o cuatro temas importantes para tocarlos”, agregó Angola.

Perseverante

En total, La Máquina Teatro cuenta con ocho miembros, incluido el staff técnico. Formalmente está establecida por el productor general, Carlos Silva; el actor y periodista Ignacio Serrano y Angola, como director y dramaturgo.

A pesar de que se han ido varios integrantes, como los actores Luis Carreño y Ana María Simons, Angola es perseverante y considera que el grupo comienza ahora con un buen período. “Por dos razones: tenemos la experiencia, que se replica sola, y se está uniendo mucha gente solo por el interés de trabajar conmigo o con mi gente. Y porque lo que pasa en el extranjero está aquí, en casa. A pesar de la diáspora de actores, a diario tengo ofrecimientos de talentos que quieren venir a trabajar con nosotros”.

Angola recuerda que tres años después de haber sido fundada, La Máquina Teatro ganó tres premios municipales. Destaca de aquel momento la respuesta positiva tanto del público como de la crítica.

“Cuando aparecimos en el panorama de los noventa veníamos de muchos grupos. Por ejemplo, José Manuel Vieira y yo lo hacíamos en Bagazos, e Ignacio Serrano de Agoteatro. Teníamos también a Simons y a Martin Brassesco, gente de la Compañía Nacional, de diferentes lugares. Y el propósito era crear un grupo que pudiera explorar el teatro de arte, del que entonces yo era principalmente el director y dramaturgo. Esa fue la primera necesidad”, describe el director.

Luego comenzaron a replantearse la manera de acercarse al texto y explorar piezas escritas por autores internacionales, así que realizaron producciones con textos de Federico García Lorca y Bernard Shaw.

Cuando se agravó la diáspora, Angola empezó a experimentar con las nuevas tecnologías. “Empiezo a ver que el teatro mundial usa nuevas técnicas más allá del video”.

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En Ningún hombre es una isla, José Tomás Angola introdujo espectros sonoros, un recurso que suele utilizar en muchas de las piezas que dirige / Cortesía La Máquina Teatro

Uno de esos primeros experimentos fue en 2012. Angola dirigió la pieza Girasoles de silencio de la falconiana Elizabeth Yrausquin y sumó videos y pinturas a la escenografía.

“De ahí en adelante todos mis proyectos han explorado técnicas como el videoestroboscopio, el video escenográfico, el video mapping. Es propiamente el video que se organiza bidimensionalmente”, señaló.

Otro elemento importante de las producciones de La Máquina Teatro es el espectro sonoro, poco usado en el teatro venezolano. Este efecto fue utilizado, por ejemplo, en Ningún hombre es una isla, en 2018. “Trabajamos con sonido cuadrafónico. Eso no existe en ninguna sala. Los cañones se disparaban atrás y las explosiones parecían caer adelante”.

Por eso, desde hace seis años la agrupación se ha presentado en la Asociación Cultural Humboldt: Angola destaca de la sala la calidad de los equipos y del personal técnico.

Y para conservar la libertad que les ha permitido la experimentación, siguen financiándose gracias a las alianzas estratégicas, como la que tienen con Pacanins y la gente de la Humboldt.

Angola advierte que la crisis también le afecta. De hecho es hipertenso y ha tenido que sortear distintos modos de conseguir sus medicamentos. Pero el arte y el espíritu, afirma, son los únicos que pueden mantener en pie a la gente. “Ser artista en Venezuela es un compromiso con una realidad absolutamente terrible. Casi del mismo tamaño que para un médico o un sacerdote”.

@Sasamendoz


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