Centro Cultural BOD
El recinto cuenta con un equipo de 19 profesionales / Cortesía

En marzo, antes de que en Venezuela se decretara la cuarentena, el Centro Cultural BOD tenía en cartelera 19 espectáculos y 57 funciones. Todos tuvieron que ser suspendidos.

El centro cultural ubicado en La Castellana es uno de las más importantes del país, con salas de conciertos donde en 2019 se presentaron artistas como Nella Rojas, Ensamble Gurrufío, Frank Quintero o Caramelos de Cianuro, así como, entre otros, los montajes Renny presente, La eterna irreverente, Todo empieza a los 40 y Bajo terapia.

Además cuenta con una sala de exposiciones en la que en septiembre del año pasado se realizó la muestra World Press Photo, la cual presenta el resultado del concurso anual de fotoperiodismo que premia el trabajo de fotógrafos profesionales del mundo.

No ha sido fácil para el centro cultural haber tenido que paralizar sus actividades. Sin embargo, dice su vicepresidenta artística y corporativa, Yubirí Arraiz, han sabido reinventarse y mantenerse conectados con el público, al igual que otros espacios, por medio de las redes sociales.

«El cierre de nuestras salas derivado del confinamiento ha dejado desafíos financieros, así como la cancelación de las actividades ha causado dificultades a artistas, productores e institución; aunque algunos procesos administrativos y logísticos se retrasaron, hemos salido adelante, garantizando la estabilidad de nuestro equipo y de la institución», expresó.

Durante esto tres meses han transmitido en sus redes sociales conciertos como el dedicado a las madres en su día, el encuentro #ExperienciaImpro o el diálogo con las curadoras Lorena González Inneco e Isabel Cisneros por el Día del Artista Plástico.

La programación de estas transmisiones se anuncia semanalmente. Incluye también iniciativas colaborativas de música, danza, teatro, artes plásticas y formación para el Día del Padre, el Día del Niño, el aniversario de Caracas, entre otras fechas importantes.

Sin embargo, la esperanza es regresar a los espacios de La Castellana.

«Hemos salido adelante, garantizando la estabilidad de nuestro equipo y de la institución», dice Yubirí Arraiz, vicepresidenta artística y corporativa del Centro Cultural BOD 

—Tres meses de cuarentena para un centro cultural donde el año pasado se presentaron grandes espectáculos. ¿Cuál es su balance?

—Ha sido una situación inédita y sorpresiva que nos ha llevado a replantear paradigmas y modos de interactuar con nuestros aliados y públicos, con quienes hemos estado en contacto por medio de otras plataformas en estos meses de confinamiento. En este contexto, insistimos en la importancia de resguardarnos, cuidarse y cuidar el bienestar de todos es la prioridad. Para ello, nuestro equipo se ha mantenido activo, unido en la distancia, trabajando con la intención de seguir brindando las mejores opciones de programación en directo, apenas estén dadas las condiciones.

—¿Cómo afectó el confinamiento al CCBOD desde el punto de vista económico y estratégico?

—El impacto inicial del covid-19 en Asia y Europa nos mantuvo alerta desde enero, por lo que acatamos de manera responsable el decreto de cuarentena nacional apenas fue publicado el pasado 13 de marzo. Tomamos previsiones sanitarias, emitimos un comunicado anunciando la suspensión de los espectáculos y eventos corporativos de ese fin de semana, así como de los que ya estaban a la venta para fechas posteriores. Hemos seguido activos y hemos aprovechado estos días para recuperar y revisar proyectos postergados, conceptualizar espectáculos, generar contenidos y proponer escenarios para el regreso, con el fin de continuar siendo referencia de calidad, diversidad y buen servicio.

—¿Cuál fue el comportamiento de la taquilla a finales de 2019 y principios de 2020?

—En líneas generales, el comportamiento de la taquilla en el último trimestre de 2019 fue excelente, culminamos el año a casa llena. Este año iniciamos la programación la última semana de enero, logrando una buena acogida en el público. Algunos de los eventos suspendidos estaban muy bien vendidos, tal es el caso de los monólogos de Gabriela Spanic y Luis Gerónimo Abreu o el concierto de Lion en tributo a Marc Anthony.

—¿Cuántos empleados tiene el centro cultural? ¿Se han visto en la necesidad de reducir el personal?

—No hemos reducido personal. La Fundación Centro Cultural BOD cuenta con un equipo que asciende a 19 profesionales entre personal gerencial, administrativo y técnico. Indirectamente están los proveedores externos de servicio técnico y de protocolo.

—¿Qué estrategia de trabajo ideó el CCBOD para sobrevivir en medio de la pandemia?

—Una oferta articulada con la comunidad artística y el público ha sido uno de los principales ejes de gestión del centro cultural en los casi 30 años que cumplirá el próximo mes de noviembre. Ante la situación de alerta mundial por la evolución del covid-19, diseñar esa propuesta con profesionalismo y creatividad ha sido el reto asumido con el apoyo de productores y artistas, alineados todos en la intención de colaborar para ofrecer al público alternativas de entretenimiento para estos tiempos duros, con optimismo, imaginación y trabajo en equipo.

—¿Cómo ha sido la experiencia de llevar la cultura y el entretenimiento a las redes sociales? ¿Es rentable?

—La situación de cuarentena y confinamiento ha dicho mucho acerca de la necesidad de seguir siendo una institución solidaria e inclusiva. Esta crisis nos llevó directamente al escenario virtual, ha sido la única forma de llegar a las casas, de convertirnos en parte de la vida de las personas. En este sentido, hemos constatado el aumento de la búsqueda de contenidos culturales en Internet. Para nosotros, la conexión en línea ha sido un catalizador de la situación de distanciamiento social general y cierre temporal de nuestras salas y nos ha servido para transitar el camino hacia el progresivo retorno a la normalidad. Esperamos y trabajamos por el reencuentro en directo en nuestras salas apenas estén dadas las condiciones. Por ello, más allá de ver en esto una forma de generar ingresos y rentabilidad, lo asumimos como una contribución al bienestar de todos. En consonancia con ello, hemos programado actividades especiales, sin costo alguno, como el ciclo #CCBODTuCasa iniciado en mayo y que se expresa a través de espectáculos virtuales por las plataformas del Centro Cultural en Instagram, Twitter, Facebook y YouTube (@cculturalbod), como la presentación del dúo Sarta de Cuentas o el concierto del Día de la Madre con Betsayda Machado, Annaé Torrealba y Floria Márquez, acompañadas de grandes músicos. El público también ha respondido positivamente e interactuado en los encuentros por Instagram, como la reciente #ExperienciaImpro, en la que participaron comediantes internacionales, o el diálogo con Lorena González e Isabel Cisneros por el Día del Artista Plástico.

—¿Cree que las redes sociales se convertirán en la nueva manera de consumir cultura? ¿Está el público que asiste a sus salas preparado para ello?

—Las redes sociales han sido un recurso formidable para propiciar el acceso y el acercamiento a nuestra comunidad virtual. Asumiendo directrices de la presidenta ejecutiva del centro cultural, Milagro González, hemos procurado seguir presente como espacio cultural virtual, prestando apoyo solidario tanto al gremio artístico como a nuestro público cotidiano, haciéndoles sentir que seguimos a su lado, como siempre. Ciertamente, la web ha servido para establecer una conexión con los usuarios que entran a nuestros espacios a través del Live Streaming, además de espacio de encuentro con artistas cercanos a la institución, estén hoy en Venezuela o fuera de nuestras fronteras.

—¿Es posible que las actividades artísticas migren completamente a lo digital?

—No queda duda de que lo digital ya es una vitrina imprescindible para la acción y gestión cultural, pero actualmente nos enfrentamos a un escenario sin precedentes, por lo que toda respuesta en cuanto a esto es un riesgo. Ha sido una herramienta muy útil y versátil pero, por ahora, puede que no reemplace la experiencia del en vivo, el encuentro entre artista y audiencia donde la emoción, la cercanía y la espontaneidad son clave. Institucionalmente, estamos en búsqueda de la mejor fórmula para continuar siendo una plataforma cultural proactiva y prospectiva que apuesta a potenciar el acceso y difusión de propuestas artísticas, así como la diversificación y formación de audiencias. Para nosotros esto no significa la sustitución de las presentaciones en directo, sino que, por el contrario, nos aproxima a la incorporación definitiva de este recurso como un formato más, una vez recuperada la «cotidianidad».

—¿Qué enseñanzas tiene de este proceso?

—Son muchos los aprendizajes obtenidos a lo largo de estos meses, uno de ellos ha sido confirmar que los músicos, actores, artistas plásticos, escritores, bailarines, productores, en fin, todos los hacedores de cultura, configuran una comunidad cardinal para elevar el espíritu y contribuir a superar la adversidad y conectar a la sociedad. Los tiempos de confinamiento han corroborado que la cultura es uno de los valores más vivos y activos y que la gestión de las artes representa un desafío insoslayable, con un horizonte rico y atractivo. En aras de la ineludible dinamización de la interacción con los usuarios y audiencias del Centro Cultural BOD y con el sector cultural en general, reafirma nuestro compromiso de ser un escenario múltiple y plural donde los proyectos artísticos, los emprendedores culturales y el público encuentren un aliado incondicional.

—¿Cuál es la estrategia que ha ideado la institución para recuperarse de este golpe económico? ¿Cómo imagina el regreso? ¿Hay ya actividades planteadas?

—Al igual que otras instituciones culturales de gestión privada en Venezuela, a lo largo de su trayectoria el Centro Cultural BOD ha sido capaz de adaptarse a distintas situaciones. Ser persistentes, disciplinados y, sobre todo, flexibles para entender que la cultura es un escenario dinámico, nos lleva a seguir orientados a ofrecer al público las mejores condiciones para abrir nuestras salas, una vez se haya despejado el panorama. Nuestros usuarios y visitantes son la prioridad, por eso —tal como ha sido la línea emanada de nuestra directiva—, nos hemos planteado varios escenarios de programación, pensando en diferentes formatos, segmentos y situaciones. Artistas como Siudy Garrido, Gerry Weil, Elba Escobar, Flor Núñez e Improvisto, cuyas presentaciones estaban previstas para el primer semestre del año, están tentativamente entre las opciones para el último trimestre de este año.

—¿Adecuará el CCBOD sus salas según el distanciamiento social para que el público pueda asistir a sus eventos? ¿Cree que el público se sentirá seguro?

—Desde luego, con la ayuda de expertos en medicina ocupacional y talento humano, y analizando las tendencias en otros países, estamos diseñando un protocolo sanitario, de seguridad y de distanciamiento interpersonal para la paulatina reapertura. El Centro Cultural BOD es percibido por su público como una casa segura, cálida y acogedora y estamos tomando todas las medidas y previsiones para seguir siendo un grato y seguro lugar de encuentro alrededor de lo artístico.

—¿Cuál es el reto al que se enfrenta la cultura en Venezuela hoy?

—La Unesco ha dicho que los artistas y el arte serán esenciales para «reconstruir mejor» después de esta crisis. De allí que el reto de las instituciones e industrias culturales, no solo en Venezuela sino en el mundo entero, es renovarse a partir de las lecciones dejadas por esta pandemia. Es imperativo trabajar desde ya en acciones que permitan lograr la sostenibilidad de las instituciones y organizaciones culturales para que puedan emerger fortalecidas de la contingencia. Otro reto es la modernización y actualización tecnológica, así como la creación de una red que permita promover y acceder por distintas plataformas a los bienes, servicios y creaciones del sector, articulando enfoques de gestión y acción.

—¿Qué opina de esta nueva normalidad cultural?

—No queda duda de que la cultura forma parte de la llamada reinvención, proceso en el que se inserta la «nueva normalidad», una fase transitiva que ya estamos navegando, donde la velocidad de adaptación ha sido una constante. Sin embargo, en un mundo que se encamina a la reducción de aforos, en un momento en que el impulso creativo ha penetrado el espacio íntimo, cuando la casa ha devenido en escenario teatral, galería, sala de cine y de concierto, permitiéndonos mirar más allá de la escena, considero esencial reflexionar sobre la creación y producción, repensar las dinámicas culturales y sociales, así como la movilidad, lo relacional y lo conceptual, para dar forma a propuestas artísticas que estén a tono con los nuevos tiempos, trasciendan, sean relevantes, aporten valor y sean capaces de emocionarnos y volver a reunirnos, bien sea en público o en cualquier otro formato.


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